Por las calendas de Marzo o Abril, según capricho de Selene, y pasados cuarenta y cinco días del entierro del dios Momo, ve la luz a Túnica Sagrada de este guerrero que os escribe.
Han pasado trescientos y pico de días, más de siete mil horas batallando por la calles de Híspalis, en ambas orillas del Betis. Es la hora de purificar el alma, pedir por el espíritu eterno de los caídos en la guerra diaria de la vida, pedir perdón por los daños causados y dar gracias al Zeus más trianero por permitir a los míos seguir disfrutando de los «pecados» más terrenales.
Allá por la amanecía, en los albores del Día y aún cuando otras tribus hermanas siguen dándole gracias a un mismo Dios, despierta este guerrero, entre cansado, por las pocas horas dormidas la noche anterior y nervioso porque ha llegado el momento.
Mirando al cielo, se encuentra con su progenitor, ése que ha colgado los aperos guerreros y que se ha alzado al día antes, mucho antes que nadie…Cuántos recuerdos, cuántos sueños y experiencias vividas se pasan por la mente y siempre, con un denominador común, el temor a que se rompan las ánforas celestiales y el ritual, tan largo como esperado, se reduzca a una ceremonia intimista en el interior de la «cabaña de hechicero».
Llegado el medio día da comienzo el ritual: por supuesto, la misma comida, el año que el estómago y los nervos lo permiten. Exquisitos espárragos trigueros con huevos cuajaos para el progenitor y carne de ave, cazada especialmente para este día, para el que ocupa estas líneas. Por supuesto, la misma cocinera, por supuesto los mismos lugares en la misma mesa. Y por supuesto nervios, muchos nervios…
Ha llegado la hora, finalizado el almuerzo, se desempolvan las Túnicas Sagradas, dos, tantas como varones del clan, pr supuesto…y por supuesto, las mimas sacerdotisas, esas para los que ataviar a sus respectivos guerreros es todo un orgullo y una tradición, ésa que nunca debería perderse por los siglos de los siglos, por más que le pesase a cierto cargo eclesiástico del pasado.
Al progenitor le ayuda a ponerse su Túnica, por supuesto negra, su esposa, ésa que recogió la tradición tal cual se la enseñó su esposo, cómo se hacía en el 148. Al hijo de ambos, una mujer, ntural de una metrópoli colindante a la vetusta Híspalis, más allá de las murallas, y que ha hecho suya esta sagrada y bendita costumbre en menos de una década.
Una vez revestidos de negro, el progenitor le hace entrega a su hijo de un cordón blanco y negro, a partes igules, por el que ya se nota el paso de los años y de que cuelga en Emblema de la Tribu, un medallón mágico, tallado por ambas caras. A continuación, el cíngulo, blanco, por supuesto, colgando, sus dos borlones, a la siniestra, con dos nudos en un extremo y uno en el otro, por supuesto.
En último lugar, la encargada de protegernos de todas las vicisitudes y adversidades del día, la que nos cubre, nos cobija y nos da calor cuando nuestra senda se torna en regreso. Blanca, por supuesto, de origen ovino sobre nuestros hombros apoyada.
Llega un instante del día tan entrañable como duro, la hora de despedirse de los miembros femeninos del clan que aguardarán nuestro regreso preparando un suculento banquete para celebrar el Acto. «¡Un beso! estaremos bien…»
Transcurridos unos minutos, el reencuentro con el resto de hermanos tribales, esos que comparten parentescos y muchas vivencias. Besos y abrazos por doquier. Todos nos hacemos uno al amparo de dos Altares, tan llenos de vida como el primer llanto del primogénito de ese hermano que estará con nosotros de corazón, pero cuyas responsabilidades filiales con su clan, le obliga a custodiar a su esposa y a su hijo y futuro hermano. Hijo y hermano al mismo tiempo…cuanto menos curioso, ¿no creeis?
De las paredes del templo hacia dentro, se sucederán multitud de acontecimientos, unos imprevistos,otros, perfectamente estudiados, y todos en muy poco espacio de tiempo. Se rematan un par de detalles y todo preparado. Permítanme que me guarde los detalles para mi…
Justo antes de ver la luz del Sol, un último rito, que no por ser el último es menos importante, un beso, él sabe de lo que hablo…
Llegó la hora acordada, empieza el Acto de Purificación. Dos filas eternas de capirotes, por supuesto siempre negros, comandados por un gobernante, el mayor de todos, encargad de llevar al pueblo hacia l Templo más sagrado de la ciudad. Bajo su cargo, la guardia pretoriana, los encargados de dar la vida antes que nadie, si fuese necesario, para cumplir lo encomendado. Esta guardia pretoriana, personas tan anónimas, como los otros miles. Usted los reconocerá en la inmensidad por portar una vara, símbolo de la palabra adecuada, del gesto amable para con lo suyos y de la entrega por los demás.
Muchos son los que han pasado por ahí, algunos ya no están entre nosotros, otros, entierran su vara y dedican el resto de sus días a enseñar a futuras generaciones. Soñadores, románticos en su mayoría, hacen de la Penitenca del pueblo la suya propia. Educados en que el aliento sólo se recupera cuando el último de los suyos, cargado con cruz y último guardián protector de Élla, cruza el dintel del pórtico de nuestra Casa.
Herencia de nuestros padres, motivo de orgullo para los que tenemos la suerte de pertenecer al Cuerpo de Diputados del Cachorro y su Madre, Patrocinio.
Aquí, mi pequeño homenaje a todos ellos…
rebeca82 says
1 septiembre, 2010 at 19:54Muy profundo, sí señor.
Creo que lo has conseguido. Habrá muchas personas que se verán reflejadas en tu relato.
Yo por la parte que me toca te agradezco la frase que hace alusión a mi. Aunque te has equivocado en algo. Nosotras no aguardamos el regreso de los nuestros, vamos en su busca para asegurarnos que todo va bien…
el guerrero says
1 septiembre, 2010 at 22:05Gracias «mujer morena»…ciertas son tus palabras, y no te imaginas cómo se necesita esa visita. Ese buche de agua te da vida para seguir más allá de la Magdalena…el segundo avituallamiento allá por la Avd. La Consyiyución ya sabes que la mayoría de los años va encaminada a paliar la sed de algún hermano de los que van en mi tramo.
Pero no me negarás la importancia que tiene vuestro papel en un día tan especial…Por ello y por todas y cada una de las cosas que me das. GRACIAS.
psicosevillana says
1 septiembre, 2010 at 20:09Sin palabras me has dejado, guerreo, una vez más. Me encanta tu estilo a la hora de plasmar las vivencias y decribirnos tus sentimientos. De verdad que me ha encantado, no puedo decir más. Llevaba tiempo esperando un nuevo post en este tu blog, y la espera,sin duda, ha merecido la pena.
Aunque sabes que hay cosas que no comparto al 100% contigo, quiero darte mi enhorabuena más sinceras, porque de verdad las mereces.
Un beso y ánimo en tu empeño guerrero!!!!
el guerrero says
1 septiembre, 2010 at 22:10Psicosevillana, que sepas que estas de palabras viniendo de la pluma que vienen me animan a seguir con mis locuras, aunque cuando pasen los días, sólo sea «pa ti pa mi»…Muchas gracias. Eres el RedBull de este humilde Guerrero.
Por cierto, decirte que él párrafo rancio que te prometíse ha quedado en ligeras pinceladas y que dejé volar al corazón y no quería enturbiar el texto con palabras más ácidas…
Espero que sigas dsfrutando, que tus palabras siempre sean sinceras y me empieces a dar algún palito…Ya sabes…tu y yo: «pacontrarias».
psicosevillana says
1 septiembre, 2010 at 22:38Ten por seguro que cuando te metas en berenjenales de más embergadura verás aparecer mi Tizada y mi Colada y no tendré piedad campeadora, que no baratilleracon el guerrero que tenga enfrente, y tú lo sabes…jejeje
de nuevo mi enhorabuena, y déjame decirte que creo que ha sido un acierto que ya que el artículo comenzaba haciéndose desde el corazón, te dejaras llevar por ellos y, como bien dices no enturbiaras el sentimiento con palabras que sé que habrían sido más ácidas. Cada cosa tiene su momento y este no podía quedar en nada que no fuera lo que ha resultado; una maravilla.
naveganteposeidon says
3 septiembre, 2010 at 10:53Me has puesto por dentro en carne viva, me asaltan montañas derecuerdos de los momentos vividos mientras se aproxima la hora, y pienso en el proximo proyecto de viernes santo con tela de ganas.
Seguramente, 1700 almas, cuya armadura BlanquiNegra, preparen lacontienda en la que van a participar, con una gran similitud, partiendode sus moradas con el corazón lleno de recuerdos y sentimientos,sabiendo que otro año más, podrán participar en el enfrentamiento contralos pellizcos mas medidos.
Cada uno portando el Estandarte que le toca, debido al lugar, y porsupuesto , con el mismo sentimiento en forma de Medallón por las doscaras grabados, colgando del cuello, e íntimamente escondido, latiendosobre el músculo que hace que la batalla que esta a punto de comenzar,no sea mas que el paseo triunfal de un orgullo crucificado y de unabendita y preciosa madre que a todos nos protege, la gran Capa deprincipios ovinos, permitiendo que la carne deje su paso al sentimientomas profundo.
Una vez acabado este paseo en olor de multitudes, nos haremos realmentefuertes para preparar la próxima contienda, solventando los avatares quea cada uno nos toque durante la gran espera. Decir que como Guardia Pretoriana, en la que me siento alagado deformar parte, prometo no perder los principios mas Sacrificados para con los míos.
rebeca82 says
3 septiembre, 2010 at 12:49Vaya, parece que hay un nuevo polizón en este barco que le hace la competencia al geurrero.
Un gran comentario, si señor.
el guerrero says
3 septiembre, 2010 at 17:59Siento no estar de acuerdo contigo, rebe. Polizón??, hace siglos que desapareció en la inmensidad marina y ha vuelto para comandar el timón del barco guerrero. Bienvenido Capitán!!!!
Es un placer cederte los galones para que nos deleites con tus aventuras y tus enseñanzas del mar…
Capitán, sólo decirte que me siento muy orgulloso de que te hayas subido a bordo y más aún después de tantas peripecias terrenales compartidas…