Me marcho unos días de mi metrópoli, la que me vio nacer, y dejo una serie de “artistas” subidos a las alturas de unos edificios clásicos, típicos de un barrio, tan original como olvidado.
Cuando el guerrero llega a su retiro espiritual, particular, escucha en el noticiario de uno de los canales nacionales un pequeño reportaje en el que se muestran las “obras” que están creando los susodichos artistas de exteriores, anteriormente llamados niñatos que destrozan la imagen de una calle, con unos botes de pintura y unas cosas que llaman graffitis.
Lo más triste de todo, no es que se carguen la imagen de una ciudad clásica, por la que han pasado pueblos con tanta tradición e historia como los árabes, los tartessos, los romanos,…Una ciudad que ha sido la ciudad del mundo, su río, la principal autopista del mercadeo fluvial. Aquí nacieron emperadores, y pasaron grandes conquistadores y reyes, como nuestro Rey Santo. Lo más triste es que todo está organizado por el Excelentísimo Ayuntamiento de la ciudad y su desafortunado alcalde.
No puedo entender, como vecinos del barrio de San Pablo, persona adultas que han visto ese barrio en su máximo esplendor, no sólo permiten, si no que ven bien que destrocen la imagen de sus edificios y transformen avenidas con mucho arte en el mismísimo Bronx de la ciudad.
¿No sería mucho más digno de esta ciudad un plan de mejora de las instalaciones y crear subvenciones destinados a los grupos de vecinos para que el mantenimiento de dicho barrio sea acorde a su historia y la vista clasista que siempre tuvo mi ciudad? Pues no. Nos bajamos los pantalones ante “artistas” que, cómo nadie les compra los lienzos de interior que realizan, se dedicaban a “demostrar” su arte destrozando fachadas, cancelas y todo lo que les cogía por delante cuando les visitaba su particular musa. Una musa que me la imagino, con los pantalones “cagaos”, botines Nike de colores, y el tanga por fuera, ah y con hip hop o un “buen” rap de fondo. Todo muy, pero que muy sevillano…
Este plan de “adornar” las fachadas de un barrio olvidado, sólo servirá para que los vecinos no vean el deterioro de los edificios dónde viven y no empiecen a exigir dinero para mejorar sus vidas. Una vez más, gracias señor alcalde, gracias por irse en breve…
Pero claro, que puede esperar este guerrero de un personaje que se ha cargado, literalmente, la imagen, las proporciones y las vistas de una plaza tan elegante y señera como la de la Encarnación con esa “seta” que nadie entiende y que me encantaría que alguien me explicara por qué sigue creciendo en el mismísimo centro de la ciudad y no en un lugar más apropiado para ello como La Isla de la Cartuja o algún “descampao” en Sevilla-Este. Lástima de la Sevilla del tranvía, a la que su trovador le cantó.
Se la están cargando poquito a poco y nadie dice, ni hace nada por remediarlo…
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