Digamos que en este tiempo he estado muy liada, no pensaba en otra cosa que en exámenes. El final llegaba y tenía que prepararme y dedicarme al máximo a ello.
Día tras día, estudio; hora tras hora, estudio; minuto tras minuto, otra vez estudio…que cansino se hacía, pero que recompensa tan buena me llevaba de ello.
De vez en cuando tenía algún descanso, pero no me daba ni tiempo ni lugar para pensar en hacer un nuevo post de La Morada. Me preocupaba que pensaseis que ya no me interesaba por ella, pero para nada ha sido así.
Cuando terminé con mis estudios, totalmente satisfecha, tuve que hacer un viaje. Viajé a Tenerife durante 6 días, y creo que la experiencia tan bonita que tuve con mis compañeros no se me olvidará nunca.
El último día de viaje fue bastante extraño, las cincuenta personas que íbamos no sabíamos si llorar o reír. Yo, personalmente, opté por llorar. ¿Por qué? Bueno, era el ultimo día que iba a compartir con mis compañeros de hace trece años. ¡Trece años! Ni más ni menos que trece años para darme cuenta de lo importante que son todos y cada uno de ellos para mí. Unos más, otros menos, pero todos y repito TODOS han sido relevantes e importantes en lo que llevo de vida. Así que, aquel día no hacía más que pensar en ellos. Tenía ganas de volver, ganas de quedarme, mi cabeza estaba echa un lío, sentía alegría y nostalgia a la vez, ¿cómo representas eso? Ni idea…yo solo sé que en mi vida haré un viaje como aquel, y menos con las personas tan maravillosas que lo he compartido.
Siguiendo por donde iba, cuando llegué intenté sacar alguna idea que me inspirara para escribir. No era capaz de encontrar ninguna. Pero el sábado pasado hicimos una visita muy especial y aquello me inspiró para escribir, y a decir verdad todo lo que llevo escrito no era para nada lo que pensaba escribir hoy.
Cuando he abierto el Word he comenzado a escribir, y como he dicho antes, iba a contar la visita que hicimos el otro día pero al parecer las palabras han comenzado a salir y a salir y, pensándolo mejor, el post de la visita será el siguiente. Acabo de percatarme que para escribir no hace falta tener una idea clara, simplemente poner tus dedos sobre el teclado y dejarte llevar.
Chapó:
No hay que encontrar ideas para escribir. Hay que escribir para encontrar ideas.