Me despierto y mis pensamientos se marchan lejano queriendo recomponer el puzle de mi niñez.
Participo contento y feliz de mis pensamientos cuando me veo de chavalín corriendo detrás de esa pelota de goma que regalaba el azafrán el Aeroplano y que justo fue a pararse casi al final de la calle al chocar con la pileta donde el trozo de plomo que sobresale derrama su alegría incontrolable de ese tesoro tan apreciable que es el agua, y que donde sudorosos corríamos a mojarnos un poco y sobre todo a saciar nuestra sed.
Trozo, llamémosle calle, aunque tenía de todos menos de lo que habitualmente conocemos como tal.
Pero tenía ese inmenso tesoro de poder cobijar cada día a numerosos grupos de niños y también de adolescentes, algunos con las pelusillas de la barba en sus caras y que acudían para jugar al futbol. Sobre todo los fines de semana donde se podían ver algunos artistas del balón.Que maravillosa calle, me estoy refiriendo a la singular calle Patrocinio, orgullo de la chavalería del Zurraque.Trozo del cielo en la tierra más bonita del mundo que es Triana, donde vivimos tantos momentos inigualables.En la esquina con la calle Castilla, casa Martín, ese bar con tanta solera y sabor añejo donde nuestros padres después de la agotadora jornada de trabajo acudían para degustar ese vaso de vino reconfortante que junto con los clásicos altramuces hacían que por algún momento se olvidaran del cansancio.Junto al bar de Martín, una hilera muy corta de casas de vecinos donde la nobleza, el arte y sobre todo la gran sencillez de sus gentes sobresalían sobre la gran pobreza que padecían.En una de esas casas, vivía un gran hombre el “trotamundo “ de la fotografía, el gran Mena.
No hubo familia en Triana que no hubiese llamado a este fenómeno, para que con su cámara dejase constancia fotográfica de esa boda, o bautizo para el recuerdo.
En la misma esquina de la http://www.phpaide.com/demos/ContactForm/ calle y junto al bar de Martín el quiosquillo verde de María, esa señora que abastecía a los más pequeños de pipas y caramelos y a los más mozalbetes de esos cigarrillos celtas, y que los pobres incrédulos se creían más hombres al fumárselos.
Enfrente a casa Martín y justo en la otra esquina de la calle, la casa del vinatero donde se podía observar como colgada de las vigas del techo, había numerosas botas de vino en su preparación para luego poder atesorar el dorado jugo de la uva.Recuerdo con gran cariño como algunas tardes de sábados y cuando más enfrascados estábamos jugando a la pelota o a las bolas, veíamos como humildemente y sin querer apenas molestarnos, se asomaba Antonio a la esquina de la calle, ese fenomenal hombre capiller del “Cachorro”, para ver si algunos de los que habitualmente ayudábamos en la celebración de las misa podíamos acudir.
Al final de la calle Patrocinio se abría un espacio inmenso de campo que desembocaba en la huerta del Lopez, lugar elegido preferentemente por esos gitanos Zíngaros que acudían a Sevilla y que pasaban largas temporadas entre nosotros.Algunas veces nos acercábamos a sus carromatos con la curiosidad propia de la edad y donde éramos recibidos cordialmente y raro era el día que sus chavales, no se viniesen a jugar con nosotros y así disfrutar de nuestra forma de entretenernos.
En fin, estas son algunas de las cosas de esta cenicienta calle, donde la sombra de ese Cristo enclavado en una cruz y de su bendita Madre nos bendecía en cada momento.
Guillermo says
23 septiembre, 2011 at 19:31Gracias, por relatar esos recuerdos, que para mi estan tan lejanos, y tu
consigues que los vuelva a ver.
Akio Iino says
30 julio, 2014 at 12:23Hola, ¿puedes decirme qué parte de Triana se llama El Zurraque? Y por si acaso, ¿sabes el significado de El Zurraque?
Un saludo desde Tokio,
Akio