Aún lo recuerdo, como olvidarlo. Intuyo que por arte de la magia más noble y no por la peor de las brujerías, viene a mi mente ese recuerdo. Recuerdo que contagia a mi alma y hace que aparezca ese sentimiento que parecía perdido, como si de un juego se tratase y anduviera escondido.
Cómo olvidarlo, fue en una terraza. Pudo ser en cualquier otro sitio, pero tuvo que ser en una terraza al aire libre con la majestuosidad del cielo estrellado como techo de nuestras miradas. Luces naturales que daban aún más brillo a tus enormes ojos dulces.
Alrededor paredes bajas y blancas, de un blanco cal que hacía resaltar tu figura tostada por el Sol. Muros que no alzaban más allá de mi cintura, sin barrotes, para no privarnos de un ápice de la libertad que allí se sentía.Unos colchones, subidos con esmero por la retorcida escalera que nos separaba de aquel rincón, hacían junto con unos cojines desapareados nuestro nido de amor temporal. Y una sábana, solo una, por si al anochecer refrescaba te pudieras tapar lo poco que mi abrazo no alcanzara a cubrir y a calentar tu alma.
Eran noches de verano, unas más largas que otras pero siempre dejando pasar las horas, deseando que transcurriera el tiempo para poder disfrutarlo contigo entre susurros y risas. Juntos y acompañados, intercalando besos con respiraciones más profundas que me transportaban a un mundo en el que solo estabas tú y eran tus besos el único alimento necesario y el impulso de mi vida. Hechizado en el calor de tu cuerpo, en el dulce cosquilleo de tu pelo en mi cara y en el magnético embrujo de tu boca.
Atrás quedaba el duro transcurrir diario con mis insignificantes problemas que tú arreglabas con tu cariño habitual. Una vez traspasado el umbral de tu puerta no había nada que pudiera hacerme sentir carente de felicidad, aunque a veces no estuviera y me quedara como ausente. En realidad sí estaba, estaba en ese mundo ideal que me hacía evadirme tanto de la realidad que parecía abducido. Fugitivo en la calma que respiraba, olores provenientes de más allá de nuestro sur, sur del sur donde quisimos estar siempre; no al sur del norte, por donde de vuelta a la realidad, acabamos paseando.
No era la primera vez, esa sensación ya la había sentido en infinidad de lugares, casi siempre contigo y a veces sin ti. Pero con tu presencia perpetua en mis evocaciones diarias, sin faltar a mi encuentro con tu esencia más personal.
Pudo ser en cualquier sitio, pero fue en una terraza y no en una cualquiera. Fue en una terraza en cuyas murallas se encuentra todo lo que yo quiero en mi vida, la esencia de mi tierra.
ÁS_FdN
Melva Hernandez says
26 octubre, 2011 at 03:33Muy profundo me gusta !!
el guerrero says
26 octubre, 2011 at 08:49La esencia es la esencia.
Comodoro says
26 octubre, 2011 at 10:39Te entiendo muy bien…
Un fuerte abrazo y nos veremos en el SUR, aunque la ultima vez fuera en el golNorte del SUR, y por siempre,……será en el SUR.
Maravillosa suerte SER SUR.
celia says
26 octubre, 2011 at 11:11precioso el articulo, lleno de sensibilidad y cosas pequeñas de la vida, como dormir en un simple colchon en una terraza, pero que tal vez por ser pequeñas, sean las que mas nos hagan vibrar y recordar con tanta ilusion.
Eso si ,tu alma no puede estar mal por esos momentos vividos y que ya han pasado. Hay que vivir el presente con una pequeña vista en el futuro. No lo olvides.