Hoy al entrar en la papelería con la única intención de mandar un fax, mientras éste se enviaba, tuve la oportunidad de regresar a mis años de niñez donde las papelerías era el sueño de muchos niños; papeles de colores, cartulinas, manualidades, gomas de borrar con formas de tus personajes favoritos, papel charol, cosas que brillan, libretas con purpurina y un largo etcétera hacían las delicias de cualquiera de nosotros y siempre salíamos victoriosos con algún regalito, que sonsacábamos a nuestra mamá o nuestra abuela, debajo del brazo.
Fruto de la desesperación porque el fax tardaba más de lo esperado, he observado minuciosamente cada una de las vitrinas, y he encontrado algo muy simple; un bolígrafo, no uno normal tipo Bic, que en mi opinión son los mejores para escribir, sino uno con animalitos, finalmente me decanté por uno con un perrito muy similar al mío, con el capuchón tono rosa, vamos una monada. Por un euro he salido de allí como niña con zapatos nuevos, deseando llegar a casa y estrenar mi nuevo “boli”.Así ha ocurrido, sin ni siquiera esperar, al parar en la cafetería de siempre para tomar el
café de la tarde, he sacado mi libreta, una que siempre va conmigo, y me he puesto a escribir lo que ahora leéis. Desde esta mañana llevo intentando ponerme delante del ordenador para conseguir sacar algo de mi, algo verdadero, algo de provecho que ofreceros y no he sido capaz, pero ese bolígrafo nuevo ha sido mi motivación para hacerlo, y explicaros cómo al pensar en escribir a la antigua usanza, como generalmente me gusta hacerlo siempre que puedo, han resurgido en mí recuerdos inesperados de cuando aún en el colegio soñaba con escribir y con hacerlo bien, y con que alguien leyera lo que de mi imaginación salía y que a ese alguien le gustara, o no, pero al menos perdiera unos minutos de su tiempo en intentar leerme y entender mis razones para hacer lo que hacía.
A través de todo el mundo 2.0 que nos rodea he conseguido hacer que haya quien lea lo que escribo, que me critiquen por ello o que me alaben, pero al menos no dejar indiferente, que es lo que siempre he querido.
Quizás esto que hago se llame divagar, sin hablar de nada en concreto, sin criticar a nada ni nadie, sin valorar lo que está bien y lo que está mal, sin hacer nada poético ni nada narrativamente aprovechable, pero de estas divagaciones se aprende, en ocasiones mucho más, que por intentar crear algo para lo que no estamos preparados y lo dejamos a medias, en un querer y no poder llegar a ninguna parte.
Hoy mi inspiración ha venido de la mano de ese bolígrafo de tinta azul que me ha llevado a la memoria de mis recuerdos y a profundizar en lo que persigo a la hora de escribir y transmitir lo que quiero. Hoy ese bolígrafo ha sido mi motivación para decidirme a escribir en un papel todo lo que me venía a la cabeza sin pensar si todo esto tiene o no un sentido para el que lo lee. Para mí lo tiene, y por eso aquí os lo dejo.
el filosofo says
24 noviembre, 2011 at 15:10La inspiración está en cualquier cosa, hasta un simple boli es capaz de arrancarte y dejarte llevar para expresar lo que sientes o piensas.
Que no falte!!!! un beso!!
pepa says
29 noviembre, 2011 at 00:10Escribes desde el corazon por eso te sale tan boniiiiiito y nos gusta tanto