Aparece por el salón, ése tan acogedor que tiene el anciano abuelo preparado para las visitas de sus infantes nietos, uno de los más peques con cara tristona y ojos vidriosos. «¿Qué te pasa, pequeño?» «Nada abuelo, que he visto una cosa en la calle que me ha dado mucha penita» le contestó el nieto medio llorando.
«Siéntate aquí y cuéntame que te pasa, anda!» Le comentó el arrugado abuelo. «Po ná abu, que he salido a la calle, a jugar con los amiguitos del bloque de enfrente que tienen allí un patio dentro de su casa enorme para poder jugar al balón, y antes de cruzar me he topado con una señora mayor con un perrito en brazos. Se le veía malito y muy viejo y lo llevaba en brazos camino como del veterinario y me he puesto triste.» «Bueno, querido nieto, no estés triste, seguro que no le pasa nada y su médica es capaz de recuperar al animalito».
«Hablando de animalitos, ¿te he contado la historia del palomo y el Niño del Zurraque? -¿Zurraque?- dijo el pequeño. «Sí, una zona con mucho arte de Triana. Un lugar con magia, con mucho salero y tela de guasa. Y de allí un claro ejemplo…Ah, y de niño nada, que es el mayor de la Tribu de la Morada» «jo, abuelo, esa gente están todos locos!!!» «No lo sabes tu bien, hijo…»
«Pues sí, un buen día, estaba paseando el Niño del Zurraque de uno de esos maravillosos arbolitos que adornan y dan brillo a nuestra querida ciudad, se cayó un pequeño palomo indefenso. El Niño no corto no perezoso y tan amante de los animales, lo cogió y…» «¿Y qué, abu? ¿Y qué le pasó?» Pincha en la foto y lee el relato: