No importaba la época del año, quizás no en verano por aquello de las vacaciones, pero todas las mañanas eran iguales. O eso recuerdo yo.
Yo estaba en mi camita, unas veces en aquella litera infernal en la que a veces lo complicado era poder dormir, debido al demonio que dormía arriba y sus juegos nocturnos. Otras veces fue en mi cama individual, ya con los dormitorios separados, pero con alguna visita sorpresa.
Mi madre entraba sigilosa en mi cuarto, aunque yo ya sabía que venía, y me decía “Ángel, ya es la hora” y se marchaba como si no hubiera estado nunca allí. Yo sonreía y me daba la vuelta sabedor que podría dormir un ratito más. Por supuesto que sabía que ella volvería y me diría “que se te enfría el desayuno”.Y ahí seguía yo enroscado en mi almohada, a veces con la luz encendida, cerrando fuerte los ojos. Hasta que llegaban sus últimas palabras mágicas, “que la tostada fría no está buena” y ante esa reflexión no había quien se quedara en la cama más tiempo. Era imposible, sabiendo lo ricas de las tostadas de mi madre, con pan de hoy de ayer o de hace un mes… siempre exquisitas.
Alguna vez hasta me amenazó con echarme un vaso de agua por encima, normal viendo lo remolón que me ponía algunos días. Nunca lo hizo o nunca me lo tiró entero, quizás algunas gotillas si que me cayeron. ¡Je je!
Cuando llegaba a la cocina allí estaba esa rica tostada con su cola cao, con grumos por supuesto, o su café calentito. Una pena mi estado de zombi matutino y no haber saboreado más ese desayuno con ella, que de veces pegué una cabezada con la tostada en la mejilla.
De repente se escuchaba la puerta del dormitorio grande, de allí salía mi padre recién despertado por mi madre. Yo corría a su paso, tenía que pillarle antes de que llegara al baño, esa era mi prueba, y darle un beso. A veces se adelantaba él y llegaba antes a la cocina. Allí estaba yo sentado, rápidamente le daba un beso y le encendía el gas.
Luego con los años, mi madre ya no nos llevaba al colegio pero me despertaba antes de irse con el desayuno recién preparado. Más de una vez desayuné y me volví a acostar antes de irme al instituto. 😉
Eran días en los que yo despertaba a mi padre, con miedo de que se despertara. Si a mí no me gustaba que lo hicieran, ¿cómo me iba a gustar hacérselo a él? Yo quería que durmiera toda la mañana, pero “a las menos cuarto” le tenía que despertar.
Son recuerdos de días en los que mi madre me dejaba cinco minutos más por la pena de ver a su hijo dormido y cansado, días en los que yo llamaba a mi padre con la voz diminuta por la pena de despertarle. Y ahora quiero que venga mi madre a molestarme y salir corriendo y molestar yo a mi padre y desayunar todos juntos. Por supuesto que con el demonio convertido en santo que es mi hermano en la mesa.
Hace un año rendía un homenaje a mis padres con la nuMorada y su 33 y este año, no iba a ser menos, se lo hago mediante este recuerdo de infancia. Felices 34 años de casados a mi papi y a mi mami.
¡Os quiero con locura!
ÁS_FdN
Melva Hernandez says
25 enero, 2012 at 04:15Wooooow que lindo articulo llevado a nosotros con tus recuerdos de tu niñes vamos que guapos tus Padres y 34 años de casasdos mas de media vida juntos que sean muchos que Bendición para sus vidas en serio de lujo muchas felicidades !!!
el filosofo says
25 enero, 2012 at 13:36muchas gracias Melva por tus palabras y por estar siempre en La Morada!! besos!!
celia says
25 enero, 2012 at 09:47Muchas gracias mi vida en nombre de los dos. Esos años fueron maravillosos en casa cuando estabais dando guerra y muchas alegrias, pero la vida avanza y cada uno tiene que abrirse camino por su cuenta y solo,pero lo bonito es que teneis en la memoria esas vivencias y estoy segura que el dia de mañana las vais a aplicar a vuestros hijos, para vivir esos maravillosos momentos ( aunque a veces se estuviera malhumorado). Gracias por vuestro cariño, apoyo y amor que siempre nos demostrais. Soy lomejor que en todos estos años hemos podido tener papa y yo. Gracias
el guerrero says
26 enero, 2012 at 01:06Grandes recuerdos…Me imagino al Filosofito acurrucado haciéndose el «longui» aprovechando esos minutitos que tantos nos gustan recortarle al día…jejeje
Mis felicitaciones para los tres: padre, madre e hijo filosófico.
Comodoro says
26 enero, 2012 at 22:46Gracias por compartir con nosotros vuestro calor y amor familiar. Enhorabuena y felicidades…
Un abrazo