Cada día de mi vida me encuentro ante la dualidad, y entiendo que como todos; oir y escuchar.
En el caso que me atañe, la dualidad es en voz pasiva, es decir, ser oído y ser escuchado. Que fácil es oir, que difícil es escuchar…
Se dice que oír oyen hasta los animales…y yo digo que mi Turko escucha más que oye. Me escucha cuando lo llamo y entiende que es a él, cuando le grito: “¡A comer!” también me escucha y lo entiende perfectamente…
Cuantas personas nos encontramos en el camino que sólo tienen orejas para oír y ninguno de ellos transmiten sus audiciones al cerebro para asimilaras y entenderlas…
Pues me hallo ante uno de esos seres vivos, bautizados, que solo tienen orejas para oír. Su cara de incredulidad y de pasividad me demuestra que las orejas las tiene limpias pero, y ahí es donde me asalta la duda; ¿No da para más o simplemente pasa del tema?
Yo tengo una respuesta muy valida: ¡¡No da para más porque pasa del tema!!
Es una pena ver cómo hay personas que no saben escuchar, y ahora no me refiero a esta cosita bautizada a la que anteriormente me refería… ¿Cómo se puede ser tan duro de mollera? Este tipo de seres vivos, llamados personas, son aquellas que te miran, o no, te oyen y así se quedan. Lo que viene siendo eso de lo que le entra por una oreja le sale por la otra…
Y ahora la duda más importante, qué hacer con estas personas si por mucho que le digas las cosas siguen a su bola, a su ritmo o incluso a lo que le dictan sus cojones.
Si alguien tiene la respuesta que la deje en forma de comentario y me ilumine…
el filosofo says
30 enero, 2012 at 12:54La cosa que más me molesta en este vida es la gente que no te deja explicarte, es decir no te quieren escuchar. Esa gente que oye palabras pero que no atiende al significado que ellas tienen…
Menos mal que «habemos» muchos a los que nos encanta escuchar a los demás…
el guerrero says
30 enero, 2012 at 13:24Pues sí…No sabes cuanto te agradezco nuestras eternas tertulias…
Abraham says
30 enero, 2012 at 13:48No hay peor sordo que el que no quiere.
Así pues, cuántas palabras, cuántas ideas, cuántas realidades nos estamos perdiendo por nuestro no querer. (cada cual que se lo aplique como pueda)
Pensemos que el mundo, (cuánta cultura a nuestro alrededor es un acto comunicativo humano, puesto ahí desde hace siglos) constantemente nos está «enseñando» mensajes, que nosotros obviamos porque nuestro querer y nuestro no querer va por su propio lado.
Esas personas «duras de mollera» también están lanzado mensajes que ni ellos mismos escuchan. Si quisiéramos los oiríamos (aunque ni ellos los oigan).
(En ocasiones veo muertos, que ni siquiera saben que están muertos. Incluso los muertos hablan.)
¿Qué hacer? Hablarles. En aquello que son capaces de escuchar. Decirles en lo que sí escuchan lo que de otra manera ni siquiera oirían. Para eso tenemos los juegos de palabras, la polisemia, la metáfora, en fin… el arte.
No hay puertas tan cerradas por la censura que no pueda abrir una fina ironía.
Todas las puertas se abren al oído y al tacto.
el guerrero says
30 enero, 2012 at 14:17Ahí estoy contigo Abraham. Me encanta la ironía…aunque para según qué cosas es conveniente ser directos y ver quién te escucha, quien te oye y quién transforma cada milímetro de piel en cemento y dura cerámica cocida para convertirse en una pared difícilmente accesible incluso para el Dios del tiempo que todo lo desmorona…
El arte al que tú haces referencia está a la altura de unos pocos elegidos…
Abraham says
30 enero, 2012 at 21:10Pues elígete.
el filosofo says
30 enero, 2012 at 16:11Otro problema que existe es que hay gente que no escucha y cree que lo hace, y por tanto no se entera de la misa la mitad… y luego vienen los «tu me dijiste» o «me han contado».
Hay que escuchar a las personas, pero no palabra a palabra, si no lo que se dice. Así es como se entiende la gente. Un saludo.