Camino distraído sin prestar atención por donde mis pies hacen mis pasos ni donde mis ojos posan su mirada. No atiendo a los olores que respiro ni observo a la que gente con la que me cruzo, convencido que no escucho lo que oigo ni lo que siento digo. Son días en los que me dejo llevar y actúo por inercia. Hago lo que mi cuerpo me obliga y yo no se lo impido, no puedo e incluso creo que tampoco quiero.
A veces soy la libertad hecha libertinaje, el descontrol dentro de la mesura que mi condición me permite, soy los días marcados de rojo en el calendario. En otros momentos soy la felicidad enlatada, las risas programadas y las hojas arrancadas del almanaque de la vida.
Hay días en los que siento que las calles son mi familia, al vagar por ellas disfruto de esos paseos eternos sin poder avanzar hasta mi destino. Otros días discurro por caminos eternos que se fueron vaciando de conocidos, de aquellos que dijeron adiós casi sin dolerles el pecho y que nunca más volvieron.
Son como textos escritos en la orilla de cualquier playa, que sin ser brava es desnudada por su simple oleaje. Textos efímeros que duran lo que la mar quiere, menos de lo que uno ansía y quizás más de lo que la arena desea.
Me sobresalto a media noche y no sé dónde estoy, son segundos en los que me siento intruso en mi propio hogar, en los que todo me resulta extraño. Suenan ruidos en mi despertar que me hacen creer que estoy en el lugar incorrecto, confundiendo amaneceres con mis dos amantes, sin ser capaz de distinguir con cual me encuentro.
Son sensaciones extremas y contrapuestas, pero que conviven como hermanos en mi rutina diaria, no existiendo una sin existir la otra. Necesarias ambas, como la noche y el día, el calor y el frío, el norte y mi sur.
Son simplemente las consecuencias de tener dos vidas y no recordar a veces ni en qué ciudad me encuentro.
ÁS_FdN
Melva Hernandez says
8 febrero, 2012 at 03:48A la orilla de la playa, tus ciudades son tus amores y tus amantes, muy bueno me gusta como siempre !!!!
el guerrero says
8 febrero, 2012 at 11:35Tu vives en la orilla alemana del Guadalquivir. Pocas personas conozco que disfruten tanto de su tierra como tú. Las circunstancias te llevaron allí, antes de lo que imaginas quizás las suaves brisas te traerán hasta tu tierra y esto sólo serán recuerdos…
Melva Hernandez says
9 febrero, 2012 at 05:17Eso guerrero que comentario tan inspirado me has resultado poeta un abrazo saludos !!
el guerrero says
9 febrero, 2012 at 12:09Gracias Melva. Saludos!!