Originalmente significaba ser excesivamente minucioso, de manera exagerada, hasta en las cosas de menor entidad. Posteriormente evolucionó a un sentido distinto, el de concretar y determinar claramente una cosa sin dejar lugar a dudas, normalmente con daño o perjuicio para alguno.
El origen de esta expresión viene del sigo XVI, siglo en el que se fueron introduciendo los caracteres góticos en la impresión de textos. Para diferenciar la doble i (ii) de la u (u), la caligrafía española comenzó a poner una virgulilla o tildes sobre ambas íes. Estos signos, por economía en la escritura, pasaron con el tiempo se convirtieron en puntos sencillos. Ya en el siglo XVI la «i» minúscula se escribía normalmente como hoy la conocemos, con un simple punto encima.
Este cambio no satisfacía a los copistas más tradicionales, que lo consideraban demasiado quisquilloso e innecesario, y de aquí vino la locución «poner los puntos sobre las íes» con su acepción primitiva de algo excesivamente minucioso y cuidadoso. Posteriormente se ampliaría ese sentido originario para llegar a convertirse en el que hoy utilizamos: concretar alguna cosa de forma clara, nítida y sin ningún lugar a dudas.
Un ejemplo para dejar claro el significado de esta expresión: “Me gusta como escribe el Guerrero, siempre dejando las cosas claras, poniendo los puntos sobre las íes”.
Y así seguirá siendo, las cosas tienen un nombre y no las vamos a cambiar.
ÁS_FdN
En esta vida hay que ser claro y conciso o la gente se distrae en tus palabras…
Me gusta tu expresión aunque hay un par que te invito a que las estudies y nos las presentes en La Morada: «Ojo por ojo y diente por diente» y «dónde las dan, las toman…»
Nueva sección que tiene pinta de convertirse en un clásico. Felicidades Filósofo.
Aquí siempre claros… y acepto sugerencias. Así que se tendrán en cuenta!! 😀
Larga vida a La Morada!!!