Amanece temprano, el Sol se cuela por las rendijas de tu ventana, una vez más piensas en cambiar esa persiana despistada, que ya vendrá el calor y consigo sus males despertares.
Tus ojos y cuerpo empiezan a desperezarse y sientes que el nuevo día ha llegado. Otra nueva oportunidad para ser feliz, para sonreír y disfrutar de la vida.
Sales de la cama y tras un breve desayuno conectas con tu mundo, abres tus puertas a la gente. Cada uno a su tiempo, el Sol de tu alma no siempre sale con el amanecer del día. Pero siempre sale, aunque lo haga nublado o agitado por la tormenta, el Sol está ahí, escondido pero con ganas de brillar por encima de todas la inclemencias.
Va pasando el día y con su madurez llegan las primeras batallas, algunas derrotas y otras victorias. Sensaciones que duran lo que tarda en llegar la siguiente y con todas ellas la anestesia en el olvido. Anestesia que no olvido.
Entre tanto ajetreo, momentos de alegría con esos que sonríen contigo y sufren con tus penas, incluso sin llegar a decírtelo. Esos por los que merece la pena ponerse guapos por dentro y que se note fuera. Para que con ese simple gesto, ellos también se olviden de esos problemas que, a veces, les quitan el sueño.Los que te hacen, sin pedírtelo, preocuparte por sus males y hacerlos tuyos. Entrando en una lucha ajena pero tan cercana que se convierte en personal. Los mismos por lo que te vas temprano a casa, antes que alguno atisbe un momento de flaqueza en tu ánimo y pueda llegar a preocuparse.
Así mengua el día y antes de irte a dormir, te pones a pensar y en ese momento te das cuenta que la anestesia se ha diluido, necesitas más y no lo encuentras. Ya es tarde.
Egoístamente crees que deben estar ahí contigo, simplemente te sientes solo. Pero sabes que es mejor así, porque aunque lo expliques y lo sirvas en bandeja de plata, puede que sigan sin darte cuenta. Y ya no sepas ni lo que realmente esperas de ti mismo.
Por eso sacas papel y lápiz, pones música y dejas que tu alma escriba al son de melodías de otros. Que salga todo…
Y una vez te has desahogado, a la cama. Sabiendo que mañana el Sol se volverá a colar en tu cama, bajo la permisividad de una persiana, que seguro que seguirá ausente en tu ventana.
ÁS_FdN
Melva Hernandez says
27 junio, 2012 at 04:38Tu siempre escribes con el Alma y ella ve como ninguna, esperare mañana ver en mi ventana los rayos de sol para sonreir y disfrutar de la vida!! Saludos Filosofo
el guerrero says
27 junio, 2012 at 14:15Qué es un día en la vida de una persona…en tu caso, cada segundo es un mundo. Felicidades por vivir cada uno de ellos como si fuese el primero y el último a la vez y por enseñarme a hacerlo…