Esta que os cuento -y que bien podría empezar con el típico Érase una vez la vida de…- es la historia de un pobre, o no tan pobre, huerfanito que cuenta sus primera horas de vida.
Su nacimiento, no fue fácil; muchas vueltas hay que darle a la cabeza para definir el momento exacto en el que ponerse manos a la obra en busca del preciado ser.
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Una vez ideado el plan, y aunque suene frío, los padres de la criatura siempre tienen que idear un plan de viabilidad, todo fue coser y cantar.
Por suerte o por desgracia, la vida es así, pasaron por él muchas manos a pesar de su, repito, corta vida.
En ningún momento hubo una prueba que diera error, ni enfermedad ni indicio que lo mostrara, pero esas pruebas eran necesarias antes y después de que el feto viera la luz, digamos -en modo témpano de hielo- que la maquinaria estaba toda en su sitio y correctamente engrasada.
El peque salió de la fábrica de sueños y se encontró con la dura realidad de la casa cuna. Los padres de la obra lo abandonaron, como cabía de esperar, ya que no podían hacer frente a los gastos que acarreaba, y porque en cierto modo, su misión en este mundo es solo hacer de vientre de alquiler.
Sin ser de origen africano, no tenemos constancia del tiempo que lleva el pobre huerfanito solo en el mundo, sin esas manos que lo ayuden a arrancarlo en la vida…
Un día, un alma necesitada de cariño se acercó a él y tras ver a varios de su misma especie se decantó por él. Pronto se dieron cuenta que estaban hechos el uno para el otro y que el amor brotaría en cuanto este caballero lo rozase con sus manos.
Como todos los períodos de adopción -este no iba a ser menos-, fue arduo, complicado, mucho papeleo por rellenar, muchos billetes que se pierden en el camino h un largo proceso de espera hasta que el psicólogo de turno da el consentimiento para que se cierre la operación. Mi frialdad al hablar no es más que la realidad con la que nos encontramos, ya que la humanidad es ero en estos casos y solo miran dos insignificantes detalles: ¿tienes títulos?¿Tienes posibles para afrontar? ¡¡¡Visto Bueno!!!
Corría la decisión del Polígono de San Pablo de no hacer la Estación de Penitencia cuando toda la familia fue a firmar lo ya establecido en el contrato. Quince días después puedo decir, que el SEAT IBIZA huerfanito que estaba en la casa cuna SEAT de Camas, ya está en mis manos y ahora disfrutamos muchísimo con su sola presencia.
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Gracias a todos los interesados que han estado preguntando por la criatura y que ya le tenían cariño sin ni siquiera conocerlo.
Por fin!! Aunque ya lo conocí en el orfanato probto podré volver a verlo!! Q tengo un sobrino!! Y el huevito tiene un primo!! Jajaja. Verás lo feliz q va a ser n su nueva familia, ahora solo queda ponerle un nombre!! Un besazo enorme