Son siete días, una semana que no empieza en lunes pero casi en domingo acaba. Son siete días siete que paso en familia, una familia que solo veo durante esa semana, de año en año, pero que nunca me niega un abrazo y siempre me regala una sonrisa
Como en todas las familias hay problemas, algunos esperados y siempre generados por factores externos; otros llegan sin más y hasta producen cismas irreparables, por desgracia, pero esos son los menos. Al final todo queda como una anécdota, otra más que sumar al libro de los momentos vividos, esos que serán recordados para siempre, por los años de los años.
Nosotros no tenemos nada que ver con esa cantidad de suciedad que generan otros, los mismos que se quejan porque no hay espacio suficiente e incluso demasiado. De los incongruentes que acceden a calles cortadas al sin vivir que le producimos. Esos del alma pura para la estampita semanal y el corazón de pasión solo una vez al año.Somos los que fastidiamos a la gente, los que cierran calles y te hacen retroceder en tu camino, los que te producen dolores de rodilla y espalda, un auténtico martirio.
Nadie se para a pensar que en verdad dejamos las calles bonitas y ordenadas. Con una tranquilidad que se interrumpe con la llegada de otros. Si hasta cuando llueve se ven más preciosas las calles, decoradas y limpias, con unas sillas solitarias, solas ellas y en perfecta armonía.
Y nosotros nos alegramos por eso, no por tu mal ni tu pena, no somos así, el diablo lleva otra camisa y otra corbata. Nos alegramos porque mientras todo eso ocurre podemos estar todos juntos, en familia, contándonos nuestras alegrías y nuestras penas. Hablamos de las tonterías que hacen que el día a día merezca la pena en su transcurrir. Las risas, el doble sentido y la guasa. Todo ello una vez cumplido nuestro trabajo, con nuestras quejas, pero son solo nuestras.
Pero luego cualquiera que pasa por allí, abre la boca y dice lo primero que se le ocurre, siempre desde el rencor generado por otros pero dirigido hacia nosotros, y ahí está el problema. Ya no importa nada más, solo hay intereses personales de por medio.
Ahora resulta que nos tildan de fulleros, de violentos, de alegrarnos del mal ajeno y hasta de trabajar poco. De mal educados y de, a este ritmo, todos los males del mundo. Cómo si nosotros mandáramos o pudiéramos hacer algo, más allá de lo que hacemos que mejor es difícil, muy difícil.
¿Hablamos de quién genera esa suciedad tan fotografiada por
turistas en las calles, cuando se las encuentran ordenadas? ¿Hablamos de quién corta las calles que a veces tanto os gusta y otras os resucita al anticristo? ¿Hablamos de la imagen que da Sevilla de sectaria? ¿De cómo se le niega al foráneo el poder disfrutar de esta Semana? No, mejor no. Mejor hablemos de otras cosas, como siempre sin saber mucho pero habiendo oído demasiado.
Pues ya que estamos, yo hablo de mi semana, de mi Semana Santa, la que vivo y disfruto como Sillero, Sillero de la calle Sierpes para más señas.
ÁS_FdN
cecilia says
8 abril, 2013 at 10:44Bonito articulo y profundo, sobre todo para las personas que saben vivir esa SEMANA con tanta ganas y ansias de ver a sus compañeros/as y, a la vez dar un servicio tan necesario como son las sillas de Semana Santa.
Que importa los comentarios de otros que no saben nada mas que figurear de que tienen sillas? nada. Lo bonito es la convivencia, el darse para que todo el trabajo que hay que realizar en pro de la organizacion de la Semana Santa, quede perfecto( como es la obligacion de todo trabajador) y, lo demas, comentarios, problemas etc. nada importa.
Os animo a seguir con esas ganas de veros, comentar vuestras vidas mas sinceras y querer conservar esa tradicion. Sois personas ya mayores, algunos incluso con hijos afortunadamente la mayoria situados, pero a pesar de todo eso, siempre teneis en mente la SEMANA DEL REENCUENTRO.Un abrzao
el guerrero says
8 abril, 2013 at 11:06Grande mi sillero favorito.
Tienes toda la razón del mundo, hay sevillanos y sevillanitos. Están los que convivimos en la Semana más grande de la ciudad, disfrutando y está la gentuza que se cree que por tener silla, es más, y se dedica a putear a vosotros, los chavales que por 500 euros guarros aguantáis tontos de traje y corbata.
Yo he convivido el ambiente «sillístico» y hay corbatas y corbatas, trajes y trajes, gente y gentuza…
Esa es la cara más triste de nuestra ciudad, la de los fachas que sacan sus trapitos una semana al año y se dedican a menospreciar al trabajador…Ahí sale lo peor de cada uno.
Yo, sin embargo, si voy a la silla, es para disfrutar de mis cosas y si puedo colaborar, adelante!!!
Me gustan tus denuncias, a tu manera…
jose_rancio says
8 abril, 2013 at 11:49Imprescindibles servidores de nuestra Semana Santa, como los hosteleros, los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, los empleados del transporte público. Sevilla en Semana Santa es una maquinaria en la que, si alguna pieza falla, nos vamos todos al carajo. Cosa distinta es la falta de civismo, de sevillanos y sevillanitos. Luego queremos que nos respeten…
Canijo Liverpool says
24 abril, 2014 at 13:58Y este año otra más pal bote, deseando estoy ya que llegue la de 2015 con tal de veros a todos Y que veáis como crece la enana. Un placer disfrutar esta semana con gente como tu.
Un beso enorme de sillero a sillero.