Hablaba Emery del cariño, respeto e importancia que en el Sevilla le dábamos a la Copa, pues parece que ni él ni los jugadores que ayer saltaron a disputar el partido de vuelta de los dieciseisavos de final se lo dieron, y así se acabó nuestro sueño copero. En frente un rival de Segunda B, con una crisis institucional enorme, con jugadores sin cobrar en meses, pero con agallas y ganas de demostrar que poniendo más que el rival se pueden conseguir grandes cosas. Emery experimentaba con el once inicial, Mbia de central y Trocho haciendo de Rakitic, el resto lo esperado. En la primera mitad parecía que el partido estaba bajo control pese a no hacer el gol de la tranquilidad, la ocasión más clara la tuvo Rusescu que a la media vuelta remató al muñeco. Luego no hubo más. En la segunda mitad entre los cambios, la expulsión, el penalti y el planteamiento ultra defensivo de Emery jugando con 10 hicieron que todo fuera imposible. El 0-1 llega tras un penalti de Mbia que llega tarde y arrolla por detrás al delantero rival, quizás pudo contenerse más en esa acción, pero sin
estar en su sitio pueden pasar estas cosas. Varas casi detiene el lanzamiento, pero la pelota sale rebotada hacia el otro palo. Una pena. Luego con Iborra retrasado, el equipo quedaba a expensa de Cristóforo solo en la medular, imposible para el uruguayo que además veía la pasividad de sus compañeros. Solo Perotti se echaba el equipo a las espaldas, pero era imposible entre tanto desastre. Cuando la prórroga de esperaba como único bálsamo, un centro desde la derecha, un fallo de Diogo que no salta, rechace de Varas, balón al larguero y todos mirando, todos los nuestros claro…y la pelota acaba dentro tras ser remachada sobre la línea. 0-2 y adiós a la Copa. Un desastre en todos los aspectos, institucionalmente, deportivamente, anímicamente… desilusión enorme. Encima no todos los jugadores salieron a dar la cara, solo los de siempre, que suelen ser los más criticados, cosas. Este año no habrá más Copa, y ahora me pregunto yo, ¿dónde queda esa magnífica plantilla? Y ¿qué será de todos esos jugadores que nunca juegan y la Copa era su única vía de
escape? Como dijo Jean Paul Marat, “no existe el fracaso, salvo cuando dejamos de esforzarnos” y lo de ayer fue un fracaso en mayúscula, porque los que llevaban nuestra sagrada camiseta no lucharon por ella y eso no se puede permitir. ÁS_FdN @filosofoNervion
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