Sea el espacio muestral en el que cojas el individuo que escojas, se llama de la misma manera. Sean dos engendros de la naturaleza con cosas en común: ambos se llaman de la misma manera, ambos son del mismo equipo, ambos son muy jóvenes…
Solo un año separa a estos dos personajes que os describo y a los que yo llamo de la misma manera, yo y todo el mundo…
Solo un año separa al chaval de la sonrisa continua, del peinado correcto y la correcta educación del otro chaval, el del flequillito moderno, el piercing en la oreja con importante infección lobular, la gorra de los Bulls -cuánto daño han hecho los americanos con sus costumbres en las descerebradas azoteas juveniles de nuestro país- y sin un paquete de pañuelitos que echarse a la nariz.
Uno es un trabajador incondicional, el otro…del otro solo os pondría una foto esclarecedora, pero me reservo el derecho al anonimato de los personajes para al final poder decir eso de ‘Basado en hechos reales’
¿Cómo es posible que dos personas con el mismo nombre, con casi la misma edad, viviendo a «pocos» metros el uno del otro sean taaaaaaaaaaaan diferentes?
La vida te enseña a tratar con todo tipo de personas y lo de que ‘cada uno es de su padre y de su madre’…ya veis.
Luego vendrán páginas webs, blogs, adivinas y brujas a decirnos que los nombres tienen influencia en la personalidad y tal. Y tal y tal y tal son las mentiras que nos cuentan…
el filosofo says
9 junio, 2014 at 11:41Llámate cómo quieras, viste cómo quieras… sé cómo quieras. Pero eso sí, no des por culo a nadie. He dicho.
juanma_gv says
9 junio, 2014 at 11:44El problema, evidentemente, no es el hábito sino el monje…