He vuelto a recaer…
Pensaba que era enfermedad pasada, ese mal que me comía por dentro y que era superior a mi intención de no volver a caer; he fracasado…
Antes podría considerarse un mal vicio, seguro que lo era, pero por mi forma de ser –para algunos será un defecto- no puedo limitar esa sensación que como máquina de vapor, inunda de carbón la locomotora y enciende los fuegos más profundos de mi ser.
La calma parecía llegar; trabajo de control el que he estado tratando de ejercer sobre esa necesidad en su tiempo, fue ley de vida.
No uso camisa de fuerza, aunque mi camisa tiene que sobrevivir a la fuerza que mi cuerpo ejerce sobre ella, cual Hulk (nada verde, por supuesto)… Aunque mi cara a veces, cambie de color…
Esta es la confesión escrita de un “enfermo” que recae una y otra vez en este mal que le come por dentro cada vez que llega el momento de tener a la calma, a la paz interior y al sosiego, como frente aliado.
Todos los grandes escritos finalizan con una conclusión y una opinión personal. En este caso, la opinión está derramada por todo el texto y la conclusión… mi conclusión es que no tengo cura. Puede que no quiera curarme porque soy así y así seguiré, nunca cambiaré… ( ¿Estáis cantando?…jajajaja)
Dejando las bromas a un lado, confieso que he recaído; el otro día llegó hasta mis pies un balón un tanto magullado por tantas y tantas patadas recibidas y no pude evitar el dar un paso al frente, que mi ímpeti y todo ese yo salga y le de tres pataítas antes de devolverle la pelota al peque que estaba jugando con ella.
Creo que somos muchos los locos que vemos un balón y somos incapaces de no darle…
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