Uno más uno son siete… ¿lo recordáis?
Tal vez sea una exageración pero no va mal encaminado como preámbulo.
Uno más uno siempre son dos, par y rojo y negro a la vez. Rojo de pasión, de fuerza, de fuego vivo que mantiene el primer uno y el segundo agarrados para que siempre parezcan la unidad y no un once. Aunque cada uno con su unicidad. Negro de fiereza, de fregar la vajilla en casa; negro de rotundo, de austero si lo precisa.

Si hablamos de fútbol, fijaos, las dos mismas cifras anteriores significan uno también. Un uno y otro uno que combinados, sin sumarlos, genera un uno, un equipo, indivisible, donde cada uno suma por el bien de la operación final; por el bien del uno equipo.
Retomemos el uno más uno que suman dos porque llegado el momento pueden sumar tres y ahí, el uno nuevo que se añade, se convierte en el único uno para los dos unos anteriores que aún siendo dos, deben ser uno para con ese uno nuevo y así verlo evolucionar hasta un uno tan potente que sea capaz de gritar que es UNO, único, especial, diferencial, pero uno.
Tal vez se hayan perdido entre tanta operación, tanta matemática… pero les auguro un gran presente si se consideran un uno que suma y nunca resta.
Deja una respuesta