¿Dónde estás? Te busco insistentemente y no te encuentro.
¿Dónde estáis? Acabo de pasear por vuestra calle y los bancos, bajo aquella farola estaban vacíos, huérfanos.
¿Dónde?
Cae la noche. Noche donde las luces son casi todas artificiales cuando el frío empieza a ser una realidad, donde los pasos de peatones ya son solo de cebra, donde los semáforos están encendidos por cortesía, donde la cruz de la farmacia de guardia es lo más llamativo y atractivo que te puedes encontrar.
El toque de queda será innecesario cuando ya nadie quede. Mientras, solapemos acera con acera; cerremos las calles y conservémoslas en el fondo del desván, allá donde descansarán junto a las fotos con sol, amigos, risas y mucha vida que celebrar. Ay baúl de nuestras vidas, de nuestros recuerdos más o menos cercanos,…
Llegar a casa tras una dura jornada de trabajo con nuevos acompañantes que le quitan protagonismo al lápiz y al papel. Gel Sancho Panza y Mascarilla del Toboso, antagonistas de las aventuras diarias de este Quijotesco profesor que se desvive apagando vientos, ahuyentando falsos gigantes que deambula con paso firme por la calles de un pueblo cualquiera.
Ya pueden apagar la farola, también.
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