No sé qué habrá tras esa ventana,
ni mucho menos que pasará mañana.
Mientras llega todo eso,
¿por qué no nos comemos a besos?
Nos olvidamos de los presenciales,
pero que no nos falten los virtuales.
Que asomen esas sonrisas,
mientras esperamos sin prisas,
a través de las malditas mascarillas,
que de alegría las pupilas brillan.
La vida nos cambió de un plumazo,
a nosotros, que somos alma de abrazos.
Ni nada ni nadie podrá devolvernos nunca,
los planes que la pandemia nos trunca.
Mas hay que estar preparado,
para el final del cuento, colorín colorado.
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