» La lluvia tiene un vago secreto de ternura, algo de soñolencia resignada y amable,una música humilde que despierta con ellaque hace vibrar el alma dormida del paisaje…»
Entre sus manos, mientras la tarde llegaba al ocaso y el sol prácticamente se había retirado a sus aposentos, un poema de Lorca que le provocó un pellizco en el corazón. Fue entonces cuando no le interesó leer más, cerró los ojos y recostó su cuerpo en su sillón de lectura desgastado de los años, pero que se negaba a cambiar por todo lo que hablaba cuando se sentaba en él.
Retumbaban las gotas de agua en las ventanas, y las lágrimas brotaron de sus ojos cerrados. No sabía si dormía, si soñaba o estaba aún despierta. Sólo sintió la humedad recorriendo sus mejillas.
Con un suspiro silencioso por no romper el embrujo en el que sin darse cuenta estaba sumida, se levantó sintiendo la necesidad de rescatar un viejo álbum de fotos que guardaba, como quien guarda una reliquia, en el fondo del armario. Las hojas amarilleaban por el paso del tiempo, el pegamento que sujetaba las fotos había dejado de estar hace tiempo, y ahora en su lugar sólo había pegotes resecos que habían perdido su función.
Lo abrió con mimo, con todo el amor y el miedo que era capaz de albergar en su interior. Y allí estaba, testigo de lo que un día fue su ayer. Sonrisas, amigos, diversión, instantáneas que reflejaban lo que fue su vida anterior. …» Estaba guapa», pensó para sí misma, y no fue capaz de levantar la cabeza y escrutar su reflejo en el espejo que tenía justo delante.
Aún era joven, pero en algún momento dejó de sentirse así. Quería, pero no podía. Lo intentaba, pero fracasaba. Y cada uno de esos fracasos iban sumando batallas perdidas a una guerra consigo misma que estaba a punto de finalizar.
Su sonrisa dejó de brillar un día en las fotos. Ella, que iba para modelo de fotografía, que tantas propuestas había recibido, cayó en el olvido cuando dejó de creer en sí misma, cuando dejó de sentirse importante para ella, cuando su prioridad fue dejarse caer en la desidia sin ganas ni interés por volver.
Ya no le gustaba que le hicieran fotos, prefería quedarse a un lado. Se veía tan horrible cuando le enseñaban alguna en la que la cojían desprevenida. No, no quería dejarse ver, prefería ese segundo plano elegido por voluntad propia.De vez en cuando, cuando recibía algún cumplido o algún piropo, se negaba a darle crédito, no le gustaba que le regalasen los oídos, ya no, ya no lo merecía.Sonó un estruendo que hizo que abriera los ojos de par en par, desconcertada por todo lo que la rodeaba. Se frotó los ojos y siguió leyendo…
«Es un besar azul que recibe la Tierra,el mito primitivo que vuelve a realizarse.El contacto ya frío de cielo y tierra viejoscon una mansedumbre de atardecer constante…»