¿Hola? ¿hay alguien? ¡Qué oscuro está todo! Estira su mano con miedo intentando encontrar algo sólido a su alrededor.
¿Dónde estoy?, se pregunta mientras se lleva las manos a la frente caliente y con sangre que brota de una herida en el lateral de su cabeza. Se vuelve a quedar dormida.
Pasan las horas, despierta y sigue sin saber cómo ha llegado hasta allí. El dolor de cabeza le impide pensar con rapidez. Mantiene los ojos abiertos esperando a que se acostumbren a la oscuridad que le rodea.
¿Qué es eso?, avanza de rodillas hasta lo que parece ser un saliente en la pared. A duras penas consigue ponerse de pie, mientras se apoya en las piedras que hay en el suelo.
No recuerda nada, apenas siente algo. El frío le ha calado el cuerpo y la sangre perdida está haciendo el resto. Apura un poco y se vuelve a sentar. No puede más.
Despierta de nuevo, cree que se ha movido mientras tenía los ojos cerrados, está más desorientada que antes. Ya no encuentra el saliente en la pared y parece que la oscuridad es diferente.Tras un largo rato con los ojos cerrados, los abre y parece que empieza a ver algo. Se incorpora, esta vez no por completo, ya que su cabeza choca con el techo a la altura de sus hombros.
Avanza un metro, dos metros… hasta que llega a una nueva pared. ¿Cómo es que esta pared está lisa si parece que estoy en una cueva? Palpa la superficie sin encontrar nada que le pueda ayudar.Comienza a desesperarse, cualquier rumbo que inicia tiene el mismo final. Y de esas paredes, rugosas unas, lisas otras, no avanza. Entre medio, un gran charco de sangre. De su propia sangre. Frío y cansancio. Tiene sueño, pero no puede dormirse de nuevo.
Gira sobre sí misma y sigue buscando. Se imagina que nada de esto le puede estar pasando y aferrada a esa idea, escucha ruido, el sonido de una alarma.Empapada en sudor se despierta en su cama, de donde nunca se ha movido mientras se movía alterada en sus sueños. ¡Maldita pesadilla!
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