Naves arrasadas y conquistadas, tripulaciones abandonadas en mil y una islas perdidas en los confines del Pacífico, varias tormentas perfectas. ¿Amores? Varios por puerto y animales cuasi fantásticos derrotados y aun así, sólo tengo, para meter en mi botella, palabras para ti.
Aventuras, desventuras, conquistas, baúles y cofres desparramados por cubiertas destrozadas por nuestros cañones, barriles y más barriles de ron depositados en orillas dispares para que no puedan quejarse los apestados, enemigos poderosos a los que vencimos y otros ante los que escurridizamente nos escapamos antes de ser degollados y no encuentro nada que me haga tan feliz como desenrollar este viejo pergamino con olor a vino victorioso derramado para escribirte a ti.
Nada como el regusto amargo de una vieja barrica, una copa de latón aboyada por algún lanzamiento de impotencia y perder el norte con la brújula en la mano brindando por la vida.
Muchos brindis de palabrería barata, muchas copas que se tocan con la esperanza rota, multitud de hazañas celebradas pero me quedo contigo y con ese aroma a victoria antigua que desprende este pergamino.
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