Ojalá nunca hubieras existido para que solo nombrarte no me erizara la piel y me dejara exhausta al borde del vómito emocional.
Ojalá nunca las seis letras que componen tu nombre hubieran estado junto al mío ni junto al de nadie.
Ojalá nunca pronunciarte produjera tanto dolor y tanta angustia.
Ojalá no rimases con muerte, desolación y tristeza.
Ojalá nunca el pensarte me diera dolor de estómago, ni dolor de cabeza, ni inquietud, ni boca seca.
Ojalá nunca vivieses, ojalá siempre murieras al empezar a imaginarte, y dieras descanso al que desfallece con solo rodarte.
Ojalá nunca en mi cuerpo, ojalá nunca en el de nadie, ojalá nunca existieses, y si lo hicieras, ojalá siempre te olvidase.
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