Ángulos que se ven desde diferentes prismas, perspectivas que se alejan de la verdadera magnitud bajo la atenta mirada de alguien muy agudo, como el ángulo, hasta que evoluciona y quiere ponerse recto cuando traza líneas torcidas y no en nombre de Dios. O sí.

Cercano a la planicie, como el encefalograma de algún pitagorín creador de teoremas aceptados sin manera de confirmar. Hipótesis de una realidad paralela que mejor dejar atrás mientras coges la primera perpendicular que te encuentras en la trazada.
Tiralíneas que siempre deja mancha. Mancha negra como la tinta del calamar. Calamar que lanza sus tentáculos para alcanzar la gloria. Gloria irresistible para muchos que sólo muestra mediocridad. Mediocridad, mediatriz y mediana. Mediana la que me tomaba yo. Yo que soy el que escribe, obtuso por el colapso. Trago de agua fría que se clava como un cuchillo. Cuchillos que se clavan por la espalda de la sonrisa. Sonrisas tan agudas como los ángulos. Ángulos obtusos como estoy yo…
Creo que me dejo muchas cosas en el tintero.
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