Múltiples con las ocasiones en las que, descontando nudos con viento a favor, la cabeza se nos va allá dónde la ilusión del momento te lleva, sin más brújula que los sentimientos que a aldabonazos, llaman al corazón y este resquebrajándose nuestro pecho, logra transportarnos a unos momentos soñados, jamas vividos y ni siquiera escritos en aquellas hojas amarillentas donde te abandonas a esa sucesión de casualidades que hacen de esta historia, algo interminable.

Hoy, carente de fundamento, aunque con bandera costera amarilla en mis ojos, te la presenté; os presenté para que la rondaras con tu bella, sincera y humilde poesía. Fue unos de esos instantes en los que yo medía cada palabra y aun pudiendo ser yo quien recitara serenata sin melodía, ocupaba ese Inadvertido y muchas veces incomprendido lugar, alisándote la alfombra para que delante de ella, lucieras espléndido en el suyo.
¿Quién me puede sisar estos momentos soñados -uno más- si son solo míos y no salen de mí?
Soñar despierto pero con la suela de mis botas firmemente parados en las maderas de cubierta. Ilusiones de momentos esplendorosos que se complican a cada segundo y que ocupan pequeños lugares en esa, mi historia interminable.
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