Se llamaron justo antes de irse a la cama para desearse buenas noches y que al día siguiente cogieran lo necesario para el viaje.
Casi en la mitad de la década de los cuarenta años era la primera vez que se aventuraban a dejar atrás responsabilidades, casa, trabajo, niños, males, maridos y desmaridos, y hacían una maleta repleta de sueños por completar.
Al despertar, un audio estilo podcast, por los diez minutos de duración, les dio la bienvenida a cada una en su casa. No podían creerlo; no te olvides de esto, acuérdate de aquello… Y se vieron en un sitio intermedio dispuestas a volar a la libertad de unos días de soledad acompañada, elegida por las dos.
Qué más daba el destino, lo único que querían era su paz, sus necesidades de desconexión… No querían ir a ningún sitio que les recordara lo que dejaban atrás, nada de muñequitos, de atracciones, nada de cines rodeadas de niños… No querían a nadie jugando alrededor,a nadie gritando mamaaaaa!!! Ni escuchar un solo llanto… Siempre se preguntaban, el que llora es tuyo? No? Pues pasando que es gerundio… Expresiones «pa pena la mia!» , » Pena la mujer del pene» se habían convertido en su pan nuestro de cada día, porque, había que admitirlo, a veces no sabían ni cómo subsistían pero lo hacían.
Las vacaciones fueron las mejores de sus vidas, desayunos al despertar en una terracita encantadora, con un café exquisito y unas tostadas que levantarían un muerto, si les apetecía repetían, sino se iban a la playa hasta la hora del aperitivo…
Sombrero color paja con cinta negra, las dos iguales siempre, y vestido boho en diferente color.
Y por la noche, un vino a la luz de la luna con el aire fresco de la costa como único escenario, y risas, muchas risas y confidencias. Lo sabían todo lo una de la otra, no había secretos para ellas, y aún así siempre algo nuevo que contarse y algo distinto que confesarse.
Con una mirada, sólo una, serían capaces de parar el mundo, si de verdad supieran que eran tan empoderados y vitales y envidiadas. Sólo una mirada para entenderse y reírse a carcajadas, una mirada y la vida se daría la vuelta…
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