Cofrade, por supuesto, de los de toda la vida…
Cofrade, por supuesto, de los de guardar hasta el más mínimo detalle de mi túnica porque todo tiene que ser perfecto.
Cofrade, por supuesto, de capa blanca planchada por mamá, de pellizco en el gaznate que no te deja comer y lágrimas que caen desde por la mañana cuando ya los días se detienen y no cae ni una hoja del almanaque de Sor Ángela.
Cofrade, por supuesto, de tradición, de padres a hijos, de abuelo enchaquetado por el dolor de lo caminado, con la sonrisa responsable y respetuosa de ver cómo tu hija se viste igual que tú, de tu mano, un ratito, menos que lo que tú andabas cuando tenías su edad,… ¿y qué? Ese ratito son kilómetros para ti. Ahí sí miras para atrás y le pides que se detenga todo, porque ahora ese todo va de tu mano Nazarena.
Cofrade, por supuesto, joven pero que viene de vuelta y carga con su cirio como si de un lote de 5-6 cruces se tratase. Y sin tener que hacer penitencia porque esa penitencia es más mental que fisica. Penitencia por ser bueno…
Cofrade, por supuesto, de Viernes Santo. De abandono de mis cosas porque siempre lo serán para dedicarme en cuerpo y alma a mí, para saber qué se siente en esas parás donde el tiempo vuela y tus pies te hablan entre adoquines de la vieja Triana.
Cofrade, por supuesto, pero Cachorrista antes que cofrade, y si no, míralo a los ojos y me lo cuentas si puedes…
Autor: Juanma García
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