Solo te pido eso, que me des tu mano. Que la aprietes con fuerza. Que confíes en mí.
No preguntes a donde vamos, porque ni siquiera lo se yo. Ni quiero saberlo. Ni me apetece intuirlo.
No me digas nada cuando me leas, y dímelo todo cuando me eches en falta.
No me sueltes la locura, y juntos enloquezcamos en mitad del camino, en mitad del verso, en mitad de la fotografía.
Dame la mano…
Sé valiente, como lo es mi corazón.
Sé trasparente, como lo es mi alma.
Sé confidente, como lo es mi mirada de poeta, de cofrade, de carnavalero,…
Dame la mano… y el mundo será un sendero para salir corriendo cuando llueva allá fuera y no tengamos paraguas para empaparnos el uno del otro.
Esto comienza… de tu mano…
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