Pasan los segundos y no te veo, se convierten en minutos y sigo buscándote en la nada… Ya son horas, días, semanas… Son meses y años … Al final pasa la vida y no te encuentro, solo te extraño, solo te pienso. Te recuerdo y me muero, te pienso y me deshago… Alargo mis brazos para tocarte y no estás, te desvaneciste sin previo aviso en un sueño que prometía felicidad…
Mentiras una vez más.
No lo soporto, no te aguanto, no me entiendo ni me comprendo y aún así te espero. Sentada, recostada o en pie. Mi cuerpo no me da tregua para olvidarte, para recordar que ya te fuiste para siempre porque así lo quisiste, y no pude hacer nada para evitarlo.
Te marchaste fuerte y altivo, me dejaste devastada y pequeña, en un rincón de aquel lugar que fue nuestra guarida durante las guerras, nuestro puesto de mando, nuestra mesa de negociaciones…
Nuestro principio del fin.
Sigo viéndote en los rincones, y te miro valiente y rencorosa, te miro fuerte después de todo… No debería, pero te veo y te miro, pero ya no te admiro. Te busco incesante para mirarte más, para ser espectadora de primera fila cuando llegue tu debacle…
Sigo sin escucharte pero lo haré, escucharé tus ojos hablando a voces desde el centro del escenario donde todo ocurrió. Te encuentro en el vacío, en la nada, en la ira y en la venganza. Te encuentro sin pensarlo si quiera, pero lo hago y me alegro.
Bienvenido de nuevo…
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