Señor, ya estas sobre tus andas para mañana repartir toda tu luz y resplandor sobre Sevilla, que como bien definiera Rodríguez Buzón, es borde de tu camino.
El barrio, siempre elegante, engalanado con los mejores aromas y mejores atuendos para cumplir tu misión. Varios serán los testigos del Gran Poder del Señor en Sevilla.
La primera, aquella Virgen dónde la ciudad se hace lágrima. Tu misión será una Exaltación a la Eucaristía del Hombre sobre los hombres.
La tez morena del Señor de San Román, Santuario del creyente, será el ángelus de la cara del Divino Salvador, del que todo lo puede.
No te entretengas mucho Señor, que todos queremos ser tu cirineo por Sevilla, porque eres Gracia y Esperanza del cristiano.
No tardes Señor, que Nuestra Señora de los Ángeles quiere ser testigo de la imperfecta perfección de Dios sobre la tierra.
Tu misión es encarnar y presentar Tu dulzura, Tu bondad, Tu poder y TU EVANGELIO a aquellos que tienen sed de Fe, porque son muchos los que andan necesitado de Ti.
Necesitados de verte cruzar, necesitados de orar, necesitados de promesas y necesitados de silencios como el del movimiento de tu túnica lisa y morada, esa que cubre tu cuerpo dolorido. Y para dolor, el de Tu mirada compasiva que conmueve al ser humano.
Todos, absolutamente todos, Señor de Sevilla, estamos necesitados de ver a Dios caminar.