Y tras la condena del condenado al ostracismo del recuerdo resurge cual sutil movimiento de varita mágica de casa de viejos personajes de ficción encerrados en castillo,cuyo acceso es un andén que hace desaparecer talento juvenil, resurjo con la sensación victoriosa del que recibe la notificación de que Hacienda le devuelve veinte céntimos más de lo que esperaba.
Cierto es que la puerta se cerró y ya la suerte estaba echada; yo quería estar en tu reino, sintiendo de manera especial esa caravana de gloria, ser muy útil en tu gobierno de tu divina historia y mirar hacia a las nubes era todo lo que te pedía y valorar todo aquello que Tú ves, estando siempre contigo. Nuevamente me pregunto por qué, por qué tenía un párrafo para cada instante sin venir a cuento aunque con todos los personajes danzando en él…
Nunca me sentí ángel salvo por la impronta de la juventud inicial y por ser querubín en un mundo de maestros académicos en una escuela que mantenía inaccesibles las vías al conocimiento moderno y donde solo cabían razonamientos de ayer.
Nunca me sentí ángel y aunque caí varias veces, lo de caído no va conmigo. Lo de hincar la rodilla me duele más en el corazón que en la propia articulación.
Ángel sin alas, con cara de pícaro pero ¿caído? Caer caí, pecar pequé, pero ante todo la verdad, lo verdadero y de ahí, la caída… Caído por la zancadilla del que te quiere en el suelo derrumbado; caído por ondear la palabra verdadera, mi verdad, la verdad del que siente que nada tiene que perder porque pierde perdiendo y lucha por la simpleza y contra ella..
Ángel caído que al levantarse se ilusiona e ilusiona y con eso y tu sonrisa ya tiene bastante.
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