
EDITORIAL
Muchos hablan del Clásico Madrid-Barça como si lo fueran, otros incluso se atreven a comentar los que se disputan en la capital o incluso el que se juega en la ciudad condal. Nada. Cosas de rellenar panfletos subjetivos y aprovechados para tratar de vender motos en todos los pueblos de este manido país.
El DERBI -junto con el Athletic-Real Sociedad- en mayúsculas es el de nuestra ciudad, el que une y desune familias enteras en dos ratitos eternos de cuarenta y cinco minutos y que tienen un alargue de semanas si uno de los dos equipos es capaz de ganarle al rival.
La pasión, la guasa sevillana e incluso el orgullo histórico -muy venido a menos en los últimos años- se juega en noventa minutos, dos veces al año, siempre y cuando tengamos la oportunidad y ambos estén en la misma categoría.
Llega el domingo de derbi tras resultados decepcionantes en Europa y aunque con objetivos, claramente diferentes, con ambos equipos mirando hacia arriba.
La libertad de escribir en La Morada nos da para poder aplaudir y criticar a los nuestros si queremos y hoy, nos teñimos de rojo y blanco y nos corre la sangre roja.
Solo pedimos una cosa: que gane el mejor equipo y así, la crónica de esta noche será lo que debe ser y no un tropiezo inesperado ante un equipo inferior.
