Al volver una esquina cualquiera de una calle cualquiera de las afueras de Sevilla. ¿Qué importa el nombre de la calle, las coordenadas de esa esquina o cómo y por qué estaba allí?
Casualidades de la vida, de esta vida laica a la que los obliga el ritmo del día a día y justo en ese momento apareces, al volver esa esquina que se hace protagonista de este escrito cuando lo verdaderamente importante fue encontrarme contigo, con un desconocido muy conocido, de la familia incluso siendo la primera vez que te veía.
Al volver una esquina cualquiera me di cuenta de que estás presente sin buscarte; te encuentro en otro rostro, en otras hechuras, pero con la misma cruz a cuestas. Esa cruz en la que te crucificarán y expirante te reconoceré más mío, más familiar, mucho más íntimo.
Sinceramente me da igual cómo te llamen, cómo y quiénes te recen. Ese instante fue solo tuyo y mío y desde tu humilde Altar, tras un cristal, mirando a la gente de tu barrio de encontré y nos miramos y me dejaste perplejo.
Las casualidades no existen para este que escribe. Todo tiene un porqué…
Al volver esa esquina que nunca debí de girar porque la puerta principal estaba cerrada nos encontramos y prometo volver a verte en cuanto pueda, Señor de la Salud.
Deja una respuesta