Luché por conservarlo a mi lado, que no lo rozara ni el aire. Recorrimos desde un principio un camino de rosas, quién iba a decirme que me pincharía con las espinas de ese rosal inclemente.
El idilio que tuvo contigo fue más fuerte que nuestra unión, más adictivo que la fuerza del cariño que le tenía, y poco a poco el elixir que desprendías se convirtió en una pesada piedra de la que ya no podía tirar por más que lo intenté.
Estaba embriagado por ti, ebrio de tu poder, yo sólo apostaba al negro pensando que ganaría, pero perdí. Y perdí lo que más amaba, lo que más deseaba porque tú no supiste parar a tiempo lo que te destruía y te apartaba cada vez más de mi.
No sé qué era lo que le dabas que yo no pude suplir, pero lo hiciste bien. Medios días interminables y noches peores, cada día necesitaba más de tí y yo cada vez más ausente de él.
Me quería, de eso estoy segura, pero el miedo a perderme fue ínfimo al lado de tu grandeza y la atracción que le suponías. Nunca quiso hacerme daño, pero lo hizo. Tuve que ver cómo se dejaba arrastrar hacia el desastre. No valían las palabras, los consejos ni los profesionales. Ya no valía nada, tú podías con todo, y también conmigo.
Te llevaste al amor de mi vida a otra dimensión, tan incomprensible para mi que por eso no supe hacerle frente desde mi lugar, desdibujado ya.
Ahora está contigo y sé que el desastre llegará de tu mano, pero no estaré para verlo, no puedo, fueron tantas advertencias caídas en saco roto que tiré la toalla esta vez para siempre.Te deseo suerte en esta tóxica relación que te convierte en adicto sin ni siquiera darte cuenta. Nunca te dará lo que yo te di, lo que te aporté y lo que te regalé de forma tan desinteresada que ahora duele y mucho.
El alcohol se llevó lo nuestro, y de camino mi corazón se fue contigo.
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