Pasado el fin de semana, nos detenemos a reflexionar sobre el cartel de la Semana Santa según Manolo Cuervo.
Reconozco que el estilo no es el más admirado por este que escribe pero cansado de la caspa tradicional que rodea, manda y gobierna nuestra Semana Santa y nuestras cofradías, me he preocupado de leer un poco sobre dicha tendencia artística para ser capaz de ver más allá de una estampa del pasado que nos conmueve en el presente.
Apostando por abandonar la manida costumbre de la crítica por la crítica, vamos a intentar fusionar una devoción universal como es El Cachorro y el Pop art desarrollado por Manolo Cuervo en su obra.
Por un lado, este movimiento artístico respira y se inspira en lo cotidiano, en lo del día a día de la masa, de la sociedad haciéndolo mediático, huyendo de los cánones clásicos de belleza provocando a los grandes intelectos de la época con la búsqueda constante de la belleza, a su manera.
Uno de los puntos más hirientes para la Sevilla cofrade en cuanto a cartelería, o a mover una silla un centímetro de trata es la descontextualización; o Cristo se pasea por calles adoquinadas bajo la luz de la luna sevillana, con la Giralda y La Catedral de fondo, sobre el Puente o con desconchadas paredes y azahar inundando naranjos al paso de nuestra devoción o ya estamos desacralizándolo todo y tirando de demagogia para justificar que están atacando nuestra Fe. ¿Ven algo de coherencia en el postulado?
El arte pop, huye del virtuosismo, se escapa del proceso laborioso de una obra y mira al marketing de diferentes maneras, incluso añadiéndole una pizca de humor e incongruencia que puede hacer explotar los más rancios cerebros sevillanos.
Por último, una forma de ser que me define en lo personal y que le añade un plus de peligrosidad a cada obra: la provocación.
Bien, muchos diréis que este ínfimo y escueto estudio sobre una tendencia creada allá por inicios de la segunda mitad del siglo XX, nada tiene que ver con nuestra Semana Santa, nuestras cofradías y con El Cachorro o La Macarena, o La Hiniesta, ambas también pintadas dentro del enfoque de este estilo por Manolo Cuervo. Pues sí, hasta ahí unas ligeras nociones sobre arte, escasas y por desgracia poco asimiladas aún, ya que este que escribe, lamentándolo, no es un gran experto en arte, por mucho que le pese, pero que se atreve a justificar la obra de una manera casi irracional, muy pop art… ¿o es que acaso la devoción es racional? ¿Acaso El Cachorro no traspasa lo divino y lo humano? ¿Acaso no es símbolo inigualable de Fe y devoción? ¿Acaso el cachorrista no es un tipo irreverente, talibán y cegado en su Fe? ¿Acaso El Cachorro no va más allá de creencias? ¿Acaso una estampa del Cachorro no es algo cotidiano en nuestras carteras? ¿Acaso rezarle al Cachorro en su Basílica no transforma los blancos y negros de tu día a día en una paleta completa de colores que te inundan el alma? ¿Acaso El Cachorro no es el Dios Verdadero y Aliento Descontextualizado del tiempo por lo eterno?
Si hay una imagen barroca, capaz de soportar un estilo y sobresalir de ella, llegando a echarle un pulso a todo es El Cachorro y en la obra de Manolo Cuervo veo sensaciones tras un rezo íntimo en forma de mil colores, Alegría inusual e inexplicable y mucha, mucha fuerza.
¿Que al sevillanito de a pie no le gusta? Os aseguro que a ese ejemplar no le gusta nada que no sea lo que ve a cada instante en YouTube porque ¡cómo vamos a evolucionar!
Evolucionemos… evolucionemos por nuestro bien.
Deja una respuesta