Hoy dejo de lado escribir un relato más íntimo como es mi costumbre, para explicar un poco la situación que estamos viviendo much@s en primera persona a raíz de la pandemia.
Somos much@s los trabajadores, porque sí, soy una «currita» con su sueldo que estira como el chicle para poder llegar a final de mes, si es consigue tal proeza… Cómo iba diciendo, somos muchos los trabajadores que seguimos sufriendo el abuso de empresas que, escudándose tras un estado de alarma y unas herramientas que le concedieron como ayuda para salir a flote, siguen beneficiándose de ayudas a costa de sus empleados sin que resuelvan nada, sino todo lo contrario.
Muchas veces cuando hablas con magos y te preguntan qué tal el trabajo, y tú respondes » estoy en ERTE», la mayoría de ellos responden… «Pero los ERTEs no habían terminado ya??«

Se ha normalizado la situación de suspensión temporal de contrato hasta que esta palabra, que a muchos nos resulta lejana, se ha terminado convirtiendo en el pan nuestro de cada día. Dos años desde que comenzó a morir gente por una pandemia mundial, valga la redundancia, dos años de incertidumbre, dos años en los que hemos vivido pendientes de unas cifras de muertes que se contaban por cientos, unos números que nos hablaban de UCIs llenas, de sanitarios agotados, de personal de las fuerzas de seguridad del estado, de artesanos que no tenían con qué trabajar ni para quién, de productos de primera necesidad, videollamada, clases on line… Pero además de eso había un sector del que se olvidaron todos los telediarios. Se olvidaron de los trabajadores que se toparon con entidades como autoridad laboral, SEPE, SAE, INSS, cobros indebidos y una cuenta de banco donde por mucho que mirabas pasaban los meses sin que llegara ningún ingreso que aliviará la angustia cada vez que veías el logo de la app del banco en la pantalla del móvil.
Todos a ciegas, sin que nadie te informara si todo estaba tramitado, lo de coger cita con cualquier organismo público se convirtió en una misión imposible que se sigue manteniendo hoy en día… Horas y horas llamando a un teléfono, a dos, a diez …hasta que te rindes a la obviedad, nadie iba a contestar al otro lado de la línea. Pero tú seguías sin cobrar, seguías estando en un limbo burocrático que nadie aclaraba, pero los recibos continuaban llegando, los alquileres había que pagarlos, tenías que dar de comer, al menos, a tus hijos… dejaste de ser prioridad hace mucho y en ese momento fuiste realmente consciente.
Han pasado dos años. Dos años interminables en los que muchos nos hemos sentido atados de pies y manos por unas empresas que no nos dan libertad para trabajar en otros sitios, pero tampoco resuelven nuestra situación para seguir chupando del bote y evitando que todo vuelva a esa normalidad de la que tanto hablan pero que yo no reconozco.
Dos años enlazando ERTE tras ERTE, con ayudas fiscales, mientras que tú cobrabas el 70% de tu base salarial, sin pagas, sin nada a lo que agarrarte si venía un imprevisto, porque si antes llegabas justa, ahora directamente no llegas, y el final del mes pasaba a ser el día 5.
Dos años después, como no han tenido bastante ni han asfixiado lo suficiente a sus empleados, declaran otro ERTE más, pero no es covid. Los beneficios para las empresas no son igual , han mermado, pero también para los que tenemos que continuar en casa, pasando a cobrar un 50% y habiéndote comido tu prestación por desempleo sin estar desempleada. Y nadie hace nada, ni dice nada, ni denuncia nada, ni se habla de ello en las noticias ni en ninguna parte, y tú sigues ahogándote, haciéndote grande a la vez que pequeña, porque quieres luchar y quieres ganar, como en toda guerra. El problema es que nadie está preparado para la muerte, y menos para una muerte tan agónica como esta.
Probablemente esto que os cuento sirva de poco, quizás no llegue donde tenga que llegar para que terminen con el fraude que ha enriquecido a tantas empresas y han subyugado a tantos trabajadores a la miseria, a tener que ir a «las colas del hambre» como muchos las llamaban, pensando que eso en nuestro País no pasaba, pero pasa y sigue pasando. Y las empresas continúan declarando ERTEs, y el SEPE continua sin coger el teléfono y retrasando los pagos, y tú sigues con el agua al cuello abrazada al único mástil que te queda…. Tu dignidad, esa que nunca te arrebatará por mucho que te quieran doblegar.
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