El Sevilla o mejor dicho, los jugadores de la plantilla que ayer saltaron a un Ramón Sánchez Pizjuán que se veía precioso, inundado de almas sevillistas deseosas de ver a su equipo ganar y qué menos que jugar bien ante uno de los peores equipos de La Liga, ejecutaron a la perfección el plan trazado por Julen Lopetegui.
Saltó el equipo con un once de muchos quilates y los primeros minutos fueron fantásticos en intención, posición en el campo, ataque, ataque, ataque y firmes atrás con un Kounde que ayer fue el único que cumplió a las mil maravillas con lo marcado.
¿Veis qué bonito? Pues duró SIETE MINUTOS.
A los siete minutos llegó prácticamente el único disparo medio serio a puerta de todo el partido y tras golpear el marroquí En Nesiry y tocar el balón en la chepa de un central se cuela en la portería del submarino.
Lo siguiente que aconteció fue una serie de cuestiones repetidas en la grada: ¿echará el equipo atrás? Efectivamente. Dicho y hecho.
Desde ese fatídico minuto en el que tuvimos la mala suerte de marcar, el equipo se situó en posición de defensa, donde En Nesiry se convirtió en baluarte defensivo correteando por todo el campo propio defendiendo como un jabato y cortando mil balones. ¿Entienden lo que les estoy diciendo, verdad?
Así acabó la primera y comenzó la segunda. Atrás.
Ya al descanso tímidos pitos se escucharon en la grada y es que… ¡esto es insufrible!
¿Alguien nos confirma si los de amarillo era el Cádiz o un Dream Team con las mejores Estrellas europeas?
Y así seguimos la segunda parte; equipo alocado, sin ideas, con la salvedad de defender la portería.
La horripilante estrategia Iva de categoría hasta que Lucas Pérez, en una falta provocada por Joan Jordan, tras perder su enésimo balón, la mete por la escuadra donde Bono poco o nada pudo hacer, a pesar de la estirada. Uno a uno y la grada mordiendo…
Luego, casi lo de siempre: prisas, balones a las bandas y centros defectuosos. Ya no nos queda ni la garra y el coraje de esos últimos minutos donde a grada apretaba, el equipo apretaba y al rival le temblaban las piernas.
Julen Lopetegui ha conseguido aburrir a la grada, adormecerla tanto que… en fin…
Uno a uno, nuevo desastre visual, nuevo desastre futbolístico que, escuchando a protagonistas como Navas o al propio Lopetegui, no parece tanto.
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