La tormenta pasó, se abrió el cielo tras el vendaval y la encrucijada eléctrica dejó el paraje desértico, sin vida y aún menos alma que vida.
La travesía prosigue y dicen que pronto llegará la calma.
Hay lugares tan vacíos que la desolación es pequeña al lado de la soledad.
Hay momentos tan solos en los que el abandono es el hermano del olvido.
Hay rescoldos del recuerdo huérfanos de humanidad.
Toda su infancia soñando con ella.
Cantando, silbando y bailando a su son.
De pequeña, le parecía la más bella
y deseaba que le ayudara con su habitación.
Recuerdos alegres que dejaron huella.
Con el tiempo, se marchitó la ilusión.
Creía firmemente en Mary, su estrella,
pero ni Poppins, a la tormenta, sobrevivió.
La lluvia cesó, el viento quedó quieto, impasible, deseoso en su afán de continuar pero no fue capaz y se abandonó a la procrastinación.
Perfección hecha metáfora, metáfora de vuestras vidas; vidas que perdéis a través de una valla que debería estar electrificada.
Preferís ver el paraguas abierto y abandonado de vuestro vecino antes de recoger del patio vuestra ropa mojada.
Crece rápido la hierba…
El viento era mi sustento, con él me elevaba más allá de las nubes. Nadie sabe dónde moro, y sin embargo me hago siempre presente.
Vestida de negro luto, por la infancia que se marcha, por la desesperación de unos padres, me dejo llevar sin miedo a cualquier hogar que me reclame.
Mary Poppins no abandones tu esencia, que con una píldora de paciencia, contigo crecimos mejores.
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