A través de sus lágrimas miró al lugar donde todo estaba preparado. La cara hinchada y unos ojos que no eran suyos ni supo reconocer en el espejo le decían que no, aunque en su interior algo se rompiera al pensarlo. Tampoco este era el año, tampoco le pertenecía unas circunstancias impuestas a golpe de dolor.
Muchos no entendían ese sentimiento de pérdida, pero lo era, ni empatizaban con esa forma de pensar tan particular, pero tan certera e inequívoca, que le llevó a respuestas que jamás hubiese querido encontrar y, sin embargo, le confirmaron en su postura.

Una postura que para muchos era excesiva, descabellada, salida de algún guión de telenovela barata, porque era toda la experiencia que ella tenía al respecto.
Y allí seguía todo, inalcanzable, listo pero imposible, mientras seguía tragando una saliva amarga como la hiel para no gritar lo que llamaba a su garganta con la fuerza de un tsunami.
Decepción, enfado, desconcierto, tristeza, dolor, todo a la vez y por separado también. Se miraba a sí misma, y recordaba todo lo que un día fue pero que ya nunca más llegaría a ser… Y esa punzada en el pecho que le cortaba la respiración, sintiendo que el aire no le llegaba a los pulmones, aunque seguía viviendo a su pesar.
Y todo continuaba preparado, en el mismo sitio de siempre, con las ganas intactas y el deseo también, pero no podía. Sus fuerzas no la acompañaban, aunque lo intentara. Miraba aquel altar improvisado que colocaba cada año por estas fechas, y no creía que este año tampoco fuera.
Y a solas, sin que nadie lo supiera, se hizo un juramento… Este sería el último que no pisaría su FERIA.
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