
Convives conmigo, o yo contigo y cuánto daño puedes llegar a hacer.
No naciste pero surgiste a partir de una burbuja con un gran nivel de tensoactivo, con una pared transparente y muy opaca a la vez; nadie te ve, nadie sabe de tu existencia como tal pero no permites ver, ser, estar y existir más allá de ti.

Estás en el día a día, en cosas tan simples como la elección de ropa a primera hora de la mañana, estás en esos buenos días callejeros con un desconocido pero educado ser humano con el que te cruzas, incluso con tu vecino de toda la vida.
Estás a la hora de decidir en general, puedes marcar el modo de vida de tantas personas que te sientes poderosa cuando deberías sentirte muy muy culpable.
Por suerte, la burbuja puede y debe romperse en algún momento. Pobre de ti si no lo hace…
Habitas conmigo y yo contigo, juntos hacemos camino, cortito, seguro y sin mucho llamar la atención.
Eres motivo de lucha continua o de rendición; lanza al aire, rodilla al suelo y que sea lo que tú solo permites.
Si consigues verla, a pesar de su ya descrita transparencia, de ti depende la lucha, camarada. No desistas en el empeño, no es síntoma de nada bueno, ni nada especial. No caigas, no abandones, no permitas que te posea y te haga suyo. Que tus minutos se cuenten por batallas libradas y siempre ganadas. Alza el puño, mira al frente y busca tu objetivo y véncela.
No desfallezcas porque ella siempre está, atenta, impertérrita, esperando la grieta para fagocitarte y hacerte suyo mientras un escalofrío tétrico te entumece los músculos y solo articulas el cuello para agachar la cabeza y sonrojarte.
Siempre en la batalla, siempre en la lucha y combatiéndola.
PD: nunca le cuentes a nadie de su existencia. Puede ser un arma de doble filo y acabar siendo tu mayor pesadilla.
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