A ti, de por vida atado,
mi sustento si estoy cansado.
Sentado, al sol relajado,
de la lluvia resguardado.
La espera cuentan que desespera, perder la ocasión de esperar, es perder momentos de paz, de cuenta tras detenida y respirar profundo. Respirar…
Las paredes vistas, el buzón esperando un mensaje tuyo, aunque nunca llegara.
Los veranos de la infancia, entre pueblo y pueblo, con abuelas encanadas, con caprichos en cada esquina.
Tomar el fresco en ese porche, cerrar los ojos y recordarte, allí se olvidaban los amores traicioneros de la adolescencia mas pueril e inocente de los tiempos.
Antes, veía la vida pasar paseando por mi casa.
Ahora, la vida se para poco a contemplar.
Antes, el viento era mi aliado y enemigo, y las hojas mis compañeras.
Ahora, la lluvia no me ha de tocar.
Siempre, vuelven a mi las risas mañaneras.
- No veas el día que llevo…
- Si yo te contara…
Esperando el correo, hojeando el periódico, escuchando a los niños corretear. La vida del prisionero que no infringió normas para serlo.
Sentado en el banco de la paciencia, paciente, aguardo obligada tu llegada, tu marcada llamada , tu mirada dedicada, tu delgada fachada, tu melena desordenada y una… sonrisa!!!
Postrado en la acera de enfrente, en el viejo corralón batallo entre cartones contra el frío que se cala por los huesos mirándote triste, en tu soledad, sin más compañía que algún pajarillo que se posa por error. Como algunas amistades…
Bancos de alimentos, bancos de sangre, bancos de pesas, bancos de parques, bancos de trabajo, bancos de jardín… malditos los otros bancos que no paran de robarnos.
¿Los ves? Cada día siguen sentándose ahí, en su rincón.
Deja una respuesta