Palabras que se las lleva el viento de levante; palabras que son sinónimos de lo efímero. De lo efímero de un momento eterno.
Tan efímero como una flor, tan efímero como un euro en el bolsillo, tan eterna como tu sonrisa.
Así es la vida, efímera, volátil. Agua que se escurre entre tus dedos, brisa que se marcha lo mismo que llega, vuelo de una gaviota en La Caleta.
Una flor, Plaza Topete, un capricho consentido antes de ser pedido. El destino. Otro tan efímero y caprichoso como la portadora de la sonrisa que hoy me trae aquí.
Un euro encontrado en La Viña casi por casualidad, pensamiento claro: “éste se queda en Cadi, fijo”.
Calle Sagasta, regresamos. Volver sin querer volver, volviendo…
Y allí estaba para ti, para que te fueras aún más feliz, con tus flores en la mano y yo sin el euro encontrado, capricho pagado y regalado por la misma Cadi.
Y todo, en lo efímero de un momento. Todo, menos tu sonrisa que ya es eterna en mi alma.
Deja una respuesta