Necesitas llamar al 016. Dices que bajas a tirar la basura, en bata y zapatillas de andar por casa. Te sientas en el parque infantil. Sacas tus gafas del bolsillo. No puedes ni llorar cuando marcas el número, necesitas concentración y borrarlo para no dejar huellas. Te dispones a hablar.
I
Llamada a la niñez,
llamada a la juventud,
ratitos de calidez,
recuerdos que volvieron como un alud.
II
- ¿Qué ha hecho para terminar así?
- Decisiones equivocadas…
III
En el parque ya no se deshojan margaritas, ahora por teléfono se despejan las incógnitas.
Microrrelato (versión señora)
-Y ese con el móvil haciendo una fotografía a la plaza y yo con estos pelos.
-¿Qué dices, mamá?- le preguntaba extrañada su hija.
-Nada, uno que me ha sacado con la bata boatiné y todo.
Microrrelato (versión señora II)
Aquí estoy, apagando el penúltimo cigarro, haciendo como la que habla por teléfono con uno de mis hijos para apagar también mi soledad.
¡Ay! Si estos columpios hablasen os describirían cuál es la verdadera felicidad. Luego crecen y todos son problemas y excusas.
Microrrelatos (versión columpios)
Cómo han envejecido los niños porculeros de esta tarde… en nada se ha hecho abuela la chiquilla de las dos coletas.
¿Os imagináis que hago el balancín sin nadie encima? ¡¡Menudo susto…!!
La vida a veces no nos trata como nos merecemos; tira el teléfono, aprieta el nudo de la bata y a disfrutar como si tuvieras seis años que tus días se acaban y la felicidad no tiene edad.
Magdalena acostumbraba a ir al parque durante la hora de la merienda, se sentaba con la bata medio abierta, esperando a que su hijo bajara al parque con Luca, su único nieto, pero se le hacía tarde más de lo habitual. Incluso cuando sonó el teléfono móvil, observó la pantalla y sonrió pensando que su hijo la llamaba para darle una excusa insensata por hacerla esperar…
—Madre, mi mujer ha salido de trabajar y te ha visto sentada, esperándonos, y ya sabes que desde lo que pasó en Navidad se niega a que veas a Luca, lo siento madre; ella también me quiere y me prohíbe bajar.
Cariño, ¿te vienes a la calle que voy a llamar a la abuela?
¡Qué antigua eres mami!
Con la luz tenue, casi ausente,
atravesando las sombras,
van surgiendo los primeros aromas
durante una llamada corriente.
¿Qué tal el día? ¿Y el trabajo?
¿Los niños bien? A ver si venís un día,
que estarán enormes, sobretodo la cría.
Y tú, hijo, cuídate, que te noto cabizbajo.
Mañana te llamo de nuevo,
Si necesitas algo avisa, ¿de acuerdo?
Descansa, te quiero, un beso
Que nunca falte esa llamada.
Pero, que me estás contando, ¿que Pepita ha vuelto con el marido? Algo así le pasó a Conchi la del cuarto, sin embargo, Milagros la cuñada de Chari lo puso de patitas en la calle, por listo. No puedo con la gente cotilla, de esas que se sientan en un banco a deshoras con ropa de estar por casa. Es superior a mí.
Llevaba desde las 03:00 en ese banco del parque.
Llamaron al móvil.
-Buenos días, hija.
Sí, todo bien.
Tu padre durmiendo.
Por el pan.
Pasa buen día, cariño.
Cuelga que es muy caro.
Y siguió fumando, sabiendo que no podría entrar, hasta que él no volviera a salir a beber.
La Renacida
Estoy sola, sí, como ayer, pero eso no es soledad. La soledad es saber que mañana tampoco vendrá nadie.
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