Ojalá saber, sin error, qué decir a cada momento. Que la mente sepa seleccionar una a una las palabras adecuadas, las que tú necesitas oír y yo intento, sin éxito, pronunciar ordenadamente.
Situaciones extremas y cotidianas, frente a ti o a través de una pantalla, para tratar de alegrarte en un día triste o seguir alargando tu sonrisa cuando estás contenta.
Disfrutar, durante las obligaciones diarias, a través de conversaciones, quizás inadecuadas, forman parte de la realidad más mundana.
La capacidad de saber comunicar sin tener que hablar, solo con el uso del gesto y la mirada, experiencia privada entre dos, que rezuma encanto en perfecta armonía.
Tanta variedad de maneras de conectar, y no saber encontrar, para poderte ayudar, las palabras precisas.

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