
La señora Tabatha parecía inquieta cuando extendió las alas para dirigirse hacia el señor Fixex.
—¿Me permite? —le miró el hombro y el duende le brindó la oportunidad de posarse de inmediato—. ¡Estoy muy angustiada, maestre! Tenga en cuenta que ambas están entre mis mejores swords —y en última instancia, trató de explicar con dudas y misterios qué las habían convocado a palacio.
—“Es lo más habitual”, —exclamó el señor Fixex, sorprendiendo a la señora Tabatha con su reacción.
—Por supuesto, cuando se asignan un cuervo o búho, pero el mensaje fue entregado por un águila de cabeza dorada… ¡Se lo ruego, de todo esto, ni una sola palabra! —Añadió haciendo un esfuerzo por no seguir infringiendo las órdenes que había recibido al respecto.
—No es factible que el silencio de las águilas haya sido alterado. “Hablaríamos de guerra, señora”.
—Estoy completamente convencida de que se trataba de Lluvia; esa poderosa águila y “Lady Alldora están relacionadas”, y lo más importante, la orden venía firmada por la misma Alldora, hablamos de la ninfa Suprema, ¿ahora me comprende? Se trata de la máxima autoridad en el Revellín de las águilas de la casa Jaspe, y los cargos que desempeña en el palacio son igualmente relevantes. No podemos ignorar el papel de Lluvia en todo esto…
—«¡Fue sus ojos en la batalla!», lo sé, —suspiró el señor Fixex deseando tomar su “medicación”. Lamentablemente, ya había ingerido algunos tragos al comienzo de la jornada. No obstante, tenía una corazonada que le producía un sentimiento de angustia…—. ¡Algo va mal!, —aseveró en el instante que entendió que aun cuando lo había oído en su entorno desde que tenía memoria, el lema de su familia, era alarmante si se confrontaba con lo ocurrido ¡Por eso!, lo pensó muy bien antes de hablar sobre las últimas palabras que murmuró su padre al entregarle un documento antes de que falleciera. ¡Su abuelo, también las repetía, con frecuencia, cuando algo no marchaba bien!, aun así, Fixex jamás creyó que se trataba de un peligro real—. La paz perdurará en Hósiuz siempre que no vuelvan las cabezas doradas —recitó y, enfrascado en la cuestión, perdió el concepto de la realidad hasta que escuchó la voz turbada de la señora Tabatha.
—¿A qué se refiere maestre?
—¿Sí? Le daba vueltas al hecho de que solo búhos y cuervos son responsables del correo en Hósiuz. No se han utilizado águilas desde las batallas de antaño, poco antes de que los reinos se unieran, ¡si la memoria no me falla! Asimismo, se plantea la siguiente pregunta, ¿qué tenemos entre manos?, ¿se tratará quizás de una desagradable coincidencia?, o puede que de una metáfora terrible y macabra —expuso el señor Fixex; y temeroso de lo segundo, reflexionó imponiéndose la necesidad de un conjuro, era la única forma de saberlo, pensaba, cuando lady Tabatha le interrumpió.
—¿Será cierto lo del lema de su familia? ¡Pronto todo el pueblo se encontrará en la llanura para el nombramiento! De ser así, ¿no considera necesario tomar medidas?, o incluso, suspender el evento.
—¡Suspender el evento! ¡Aún es pronto para tomar decisiones de tal envergadura! Debemos tranquilizarnos, señora… También es posible que los miembros menos competentes del consejo hayan decidido usar este inusual mensajero para acelerar la correspondencia. ¡Quizá con motivo de los previos de Aries! Le aseguro que estos días el correo ha sido un verdadero desastre y no olvide que en Hósiuz, rara vez ocurre algo “fuera de lo normal”. —La señora Tabatha lo miró fijamente, sabiendo que no podía, ni aportar, ni responder a nada más, y resignada, añadió—. No hay duda de que es una buena hipótesis, y esto me recuerda…
Tenga, puede que se trate del cambio para las swords —dijo entregando algunas misivas con el sello de la flor de la Ananassa, perteneciente a palacio.
El maestro desplegó los documentos con cautela para leerlos, y trató de hacerlo durante unos segundos en los que alejaba y entornaba los ojos de una forma muy característica. No obstante, tuvo que extraer una lupa de su bolsillo, porque con sus gafas, no le era suficiente. A continuación, examinó minuciosamente los mensajes y manifestó su descontento mediante algunas expresiones “incorrectas”. Después de todo, el señor Fixex tenía una gran aversión hacia los cambios. Sin embargo, las instrucciones procedían de los círculos más elevados, y con resignación, se dirigió hacia el atril.
—Noica’ adlia’ avni… —pronunció, utilizando para certificar los documentos, la talla Carmelian, que colgaba de su cuello. Una pieza singular, vinculada a los Dosévi desde el comienzo de su existencia, que impregnaba el sello mediante la magia; invalidando los permisos de las swords—. ¡Por los pelos! —exclamó. Al ver que había finalizado el documento justo antes de que su pluma ardiera de sopetón, y soplando los restos de ceniza sobre una escudilla, los dejó en disposición para su regreso. Luego, revisó el documento y se dirigió a la señora Tabatha.
—¡Disculpe, señora! Mi propósito consiste en ajustar los bazares de manera adecuada, no obstante, para ello, requeriré los nombres de las jóvenes que ocuparán ambos puestos.
—¡Por supuesto! Aquí los tiene —dijo, entregándole los documentos que había preparado previamente, convencida de que iban a ser útiles—. Lo he observado durante los últimos días, y las elegidas son:
Lady Anna y lady Tika, las dos son muy sensatas, aunque jóvenes —puntualizó… Ocultando la inesperada visita días atrás de lady Ayla, y lo insólito de su montura, ya que la Sword se encontraba parcialmente oculta entre el plumaje del poderoso cuello de, Lluvia; cuando los vigilantes le notificaron su llegada.
—Finalmente, alguien se tomó en serio el asunto —añadió el señor Fixex casi agradecido. Esto provocó que su interlocutora dejara de pensar en todo lo que podría salir mal:
«El pasado era el mejor ejemplo, desde los cruentos tiempos de inestabilidad, donde los reinos castrenses y los del saber se disputaban al tercer reino terio, por su importancia estratégica. ¡Y cómo!, aunque los habitantes del bosque terioense no fueron objeto de inquietud; hasta cuándo los escribas de ambos reinos recibieron noticias que aseguraron que eso no impidió que los guerreros terios se embarcaran en la batalla, guiados por Uzcam, quien por entonces aún era su rey».
—¿Podría, darme un momento, señora, lo necesitaré para validar los permisos?
—Lo suponía —manifestó ella. Despejando su mente para verter el té con la altura suficiente como para que su emulsión al caer provocara la intensidad del sabor—. Tranquilo, ¿puede usted tomarse el tiempo que necesite?, yo saborearé este té delicioso mientras espero. ¡Es agua de luna!, ¿verdad?
—¡Por favor, no me lo recuerde! Me conoce lo suficiente como para saber que es una bebida que no va conmigo. Pero sé que le gusta a usted, y por eso se la encargué al viejo Deorhy, ese viejo elfo mariposa, sigue siendo el mejor para este tipo de cosas. —Suspiró—. Ahora debo pedir disculpas, voy a buscar algo con lo que redactar, hasta que tenga mi pluma nuevamente. —dijo, desapareciendo entre las estanterías y murmurando—. Sí, puede que tenga algo en la parte del fondo… Sí, debería servir. Aunque puede que la punta sea un tanto gruesa, ¡espero que la señora Tabatha lo comprenda!
El señor Fixex parecía contento. ¡Todo ello le había tomado menos tiempo del que esperaba!, y aun con la tinta fresca!
—Todas ellas estarán en el bazar de las telas —confirmó, entregándole los permisos—. “¡Ya hemos retrasado mucho la entrega!” —manifestó y volvió apresuradamente al atril, aunque después de las alarmantes confesiones de su invitada, lo hacía confuso.
—Veamos… ¡Estoy seguro de que estaban por aquí! Vamos a ver… “Enanos de la Foresta, Nácar” —dijo, cogiendo los documentos con inseguridad—. ¡Felicidades, Tirseg! ¡Se iniciará con el mismo Coreg! Aunque lamentablemente, el viejo Sorieg deberá ir a la Taberna del Ebrio, eso no tiene ningún tipo de disculpa, pero por si le resulta útil, le ofrezco las mías… ¡Cuánto lo siento, amigo mío! Le aseguro que mis informes fueron sumamente precisos, y a través de un breve discurso, dijo que la mala gestión del consejo se hermanaba a la terrible elaboración de cerveza de la mencionada taberna— ¡Uf, es muy duro, lo de esa cerveza!
—¡Mis viejas recetas cambiarán eso! ¡O, por lo menos, no lo empeorarán! —sonrió Sorieg, cogiendo su permiso y estrechándole la mano, pues su amistad tenía los mismos años que la hija pequeña de este, que esperaba turno junto a él.
—¿Es Lazarag? —se sorprendió el señor Fixex, al ver cómo había crecido la joven desde la última vez que la vio. Tiempo suficiente para que no lo reconociera sino por su trabajo—. Irás a las Siete Herraduras con Bertex, si necesitas mi ayuda, solo tienes que buscarme en la tienda de eventos —añadió con inusual cortesía, que mantuvo ante el asombro del siguiente en la lista. ¡Pues, no le agradaba hacer diferencias! En este caso, se trataba de Derag, el menor de los integrantes trillizos, quien perdía el título por escasos minutos ante la arrogante Luring y el segundo y tranquilo Pomeg—. Los tres irán, a la Taberna de la Coja, ¡y para concluir, Coreg! —dijo, pensando en los caldos que preparaba el experto tabernero—. ¡Mmm! —musitó el maestre, cambiando de actitud—. ¡Siete! Siete permisos se han concedido a los enanos de la Foresta Nácar. Me dirigiré personalmente a las tabernas mencionadas, y al final del séptimo día de Aries, se otorgará la distinción al galardonado con la mejor elaboración de aguamiel.
—No se esfuercen excesivamente, compañeros —gritó Coreg—. Todos sabemos que seré el ganador, por lo que os espero para que brindéis, por mí, y por mis recetas… ¡Recordad, el siete de Aries en la Taberna del Unicornio Azul! —señaló con ambas manos su bazar; convencido de su victoria.
—¡Vamos, vamos! —manifestó el señor Fixex—. ¿Quién sigue ahora? ¡Ah, sí! ¡Por supuesto! Los Hombres de la Fortaleza Amatista son:
—¡Uno! Asintió, alzando la cara y bajando sus lentes hasta el extremo de su voluminosa nariz para observar al joven lord Alexis, satisfecho al comprobar que llevaba un pergamino en su mano izquierda.
“Puesto que el tiempo mejoraba, anunciando el final del invierno y, con él, las últimas capturas de caza mayor de la temporada. Por consiguiente, la Fortaleza Amatista llevaba a cabo una cena de presentación, que se celebraba en los primeros días de Aries, y era habitual que las figuras más destacadas del reino asistieran a ella”.
—Lord Alexis se ocupará de la protección del bazar Amatis. En él se presentará al pueblo el “Libro Sagrado” bajo una estricta vigilancia, sé que esperan ese momento con respeto, y entre ellos, me complace decir que los más entusiastas son los jóvenes de Brianaquel. Que verán el símbolo del reino por primera vez. Tal es su importancia, que aún hoy se cuentan historias sobre sus leyes y conjuros. En consecuencia, esperan ansiosamente poder ver el enorme vademécum, que solo se expone cada diez quinquenios y, tras los nombramientos, regresará a la gran Fortaleza Amatista para ser celosamente custodiado.
—¡Que así sea! —manifestó el joven lord acercándose para recoger su permiso y aprovechando para entregar una misiva en mano al señor Fixex…
—¡Excelente!, ¡pensé que vuestro padre se había olvidado! He sabido que se han cobrado buenas piezas en esta última cacería.
—¡Es tan claro que no necesita que le informe de lo acontecido, que me sorprende! —sonrió el joven lord—. Estimado señor, deseo otorgarle la presente en su nombre y extiendo la mano para hacerle entrega de un documento con el emblema de mi progenitor, Lord Adomas. Que nos honra y representa, solo inclinándose ante el original. Un yelmo frente a la espada inclinada, con bordado plateado sobre fuerte seda amatista.
—¡Un gran hombre, tu padre!, te sentirás orgulloso; eres su vivo retrato… Cabello castaño, alto y, aparentemente, tan fuerte como él —aseguró el anciano duende estirando su cuerpo hasta perder vientre para poder tocarlo, recuperándolo minutos después, fiel a su volumen al regresar los pies a tierra—. Sin embargo, en tus ojos, se aprecia la bravura del mar. ¡Sin duda heredados de vuestra madre! Una de las navegantes más audaces de Ax… ¡Por supuesto que, “lo acepto” !, —contestó el señor Fixex complacido—. Dé las gracias a su padre, en mi nombre. ¡No faltaré! Ahora, debo terminar con la entrega—. ¡Estos son todos los permisos otorgados! Y para aquellos que deseen visitar la exposición de Turmalina, en esta oportunidad, se encuentran situada junto a la carpa de eventos a los pies de las ruinas, —confirmó el maestre, apoyando la mano en la hebilla de su enorme cinturón… Aunque desde su conversación con la señora Tabatha, experimentaba una sensación desagradable e intensa ante la percepción de un peligro, real, o imaginario.

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