
En nombre de Dios Todopoderoso, declara, Fernando, por su merced Rey de Castilla, León y Sevilla, y Santo por la gracia otorgada por el Altísimo que, a la fecha presente, Viernes de recuerdo del ayer Jueves de Corpus Christi, hemos honrado al Santísimo Sacramento con procesión digna y gallarda, tal como se requiere en esta ciudad que fue ganada con Fe y espada.
Mas bien sabe el Altísimo que el sol de junio se mostró fiero, y en el Paseito de este Rey, donde el pueblo se apiña en escasez y los toldos no alcanzan, sudaban los fieles y el rey por igual. Grande fue el fervor, sí, pero no menor fue el fuego que caía del cielo como castigo de Egipto.
El acompañar al Cuerpo de Cristo es honra y deber que no rehuimos, pero no por ello callaré que el cortejo fue largo en demasía. Llevábamos pasos y acompañamiento contado por leguas caminadas en campaña, y entre incienso y campanillas, el cuerpo se rendía y el alma se agitaba por hallar sombra o consuelo.
Pido a Dios paciencia y a los canónigos moderación, pues la devoción no ha de medirse en leguas, sino en corazón fervoroso.
Escrito queda para memoria y escarmiento.
Sean felices.
Post scriptum: honor a la totalidad por mostrar fervoroso respeto y cariño hacia este Rey Santo.
