
Íbamos de vacaciones en familia a una casa rural. La llave no giraba. El óxido había corroído la cerradura y era imposible abrir la puerta. Marta quería llamar a un cerrajero. La tía Pruden la paró, sacó de su equipaje un aceite y pudimos entrar. Pruden y sus maletas enormes.
Calila
I
La edad, eso que hace que te vayas oxidando…
II
Sugirió que necesitaba aire y su corazón de hierro se oxidó desmoronándose.
III
Serás FeO!!!!
Juanma García
El óxido no nace, se acumula. Como en las bisagras de una puerta vieja, la sociedad cruje por falta de movimiento. La costumbre se ha adherido al metal de nuestras rutinas. Y ahí estamos: brillando menos, resistiendo menos, sin abrirnos.
Nemesio Laverde
Sinopsis:
Vivían felices hasta que apareció ella, se juntaron y todo se acabó oxidando.
Titulo:
La historia del hierro y el oxígeno, en presencia del agua.
Ángel Salgado I
Su mirada acabó fija, sin brillo. Parecía oxidada ante el castigo de ver siempre las mismas desgracias.
Ángel Salgado II
Necesitaba salir, respirar.
Levantarse del asiento.
Mover las piernas, caminar.
Dejar atrás el lamento.
Ángel Salgado III
El colibrí de bronce, inmóvil sobre la verja, era ahora una mancha verdosa. El tiempo, inclemente escultor, había cincelado el óxido en sus alas, silenciando para siempre su vibrante vuelo. La mañana lo encontró así, pétreo testigo de un jardín olvidado.
Manuela Sánchez
I
El columpio crujía bajo el peso del tiempo. Las cadenas, cubiertas de óxido, ya no recordaban las risas. Solo el chirrido quedaba, como un susurro oxidado de infancia.
II
Su carta, hallada en el desván, hablaba de amor eterno. El clip, oxidado, parecía desmentirla con su silencio.
III
Órbita antigua de sueños rotos,
Xilófonos callan su nota final.
Inmemorial, el metal cede al tiempo,
Desvanece el brillo, queda el suspiro,
Olvido pintado en rojo letal.
Anita
La niña no nació oscura, nació oxidada.
Las pestañas cómo el cobre.
El pelo cómo el fuego al quedarse en brasa.
Las cejas color mandarina.
Así que la suerte estaba echada.
La llamó Elora.
La Renacida