Cuatro de diciembre… y como el pueblo ya no es pueblo siquiera, aunque cada vez nos acercamos más a uno, los políticos se apoderaron de la bandera, de otra bandera.
No bastaba con tener secuestrada la roja y gualda salpicada con lamparones secos de sangre del pueblo, no, había que tratar de secuestrar la andaluza, la que une o debería, la que nos identifica acá abajo en el Sur y nos diferencia de “todos los demás”.
Ya quisieran esos “todos los demás” haber nacido en la Tierra de Federico García Lorca, curiosamente asesinado por los de la salpicada; ya quisieran esos “todos los demás” haber pisado con cariño los mismos adoquines que Manuel de Falla; ya quisieran sentir esos “todos los demás” como se partía la camisa José, Camarón de la Isla.
Hoy, contemplando una de esas obras únicas de Diego Velázquez, releyendo poemas de amor de Gustavo Adolfo Bécquer, escuchando a Rocío Jurado o estudiando a Averroes, me lleva la ira al ver el sentir de un pueblo que es más pueblo que nunca, más borrego que nunca, más inútil que nunca, permitiendo como siguen destrozándolo, ninguneándolo y hundiéndolo en las miserias para pagar favores, mientras nos perdemos entre pasos, ferias y carnavales. Si no fuera por nuestra historia y nuestras playas…
Hoy es día para apretar los dientes, -hoy mucho más que el que 28 de febrero-, para recordarle a los políticos corruptos todos, aunque no todos en igual medida, que estamos aquí pero claro, hay que querer y no queremos, poder y no podemos, saber y no sabemos y nos hemos acomodado.
Andalucía libre y otras utopías de esclavo maniatado que un día fue gladiador y perdió la fama de asesino incombustible, la espada, el casco y solo nos queda un escudo boyado y oxidado con el que nos defendemos a duras penas de los ataques de esos “todos los demás”. Y ojo que no todos esos “todos los demás” son de Despeñaperros para arriba, los tenemos dentro con chaqueta y corbata y aunque el hábito no hace al monje, nos podemos hacer una idea en la generalidad.
Cuatro de diciembre para que onubenses, sevillanos, gaditanos, malagueños, cordobeses, jienenses, granadinos y almerienses seamos solamente andaluces y usemos la que nos debe de unir para exigir lo nuestro y defender lo nuestro de “todos los demás”. ¿Utopía? Así nos va…
Hoy toca recordar que la bandera es del pueblo y que no se nos olviden aquellas calles reivindicativas y exigentes, que ya respiraban en andaluz, en aquel cuatro de diciembre.