Los gritos penetrantes no me dejaban pensar, eran más bien como un chillido agudo y punzante, de esos que sientes que te perforan los sesos al punto de sentir que los vuelan por los aires.
Una y otra vez retumbaban en mi cabeza haciendo que sintiera ganas de vomitar, el estómago se doblaba un poco en alguna dirección en la cual generalmente no lo hace y los ojos tendían a irse un tanto hacia arriba y atrás buscando alguna especie de refugio dentro del cuerpo para huir de los gritos.
Arriba en el aire se veía flotar, mientras seguía haciendo ese sonido tan agudo y ensordecedor.
Podría intentar lanzar piedras a ver si dejaba de gritar, pero lo más probable es que cayeran de nuevo y me golpearan en la cabeza, así que preferí no hacerlo.
Correr lejos sería una buena opción pero si corro no vería el final de aquella imagen, que después de todo, era el plan principal, solo que no imaginé que esos gritos penetrarían así mi cabeza.
—¡Cállate de una vez, perra desgraciada!, ¡deja de gritar como una loca que dañas mis oídos y no puedo pensar claramente que haré después contigo!
Hastiado de toda esta mierda, mi estómago no puede más. Doy un par de pasos hasta los arbustos que están un poco más allá, me inclino colocando mis manos sobre mis rodillas y dejó que salga todo lo que tengo en el estómago, escupo y limpio mi rostro con el dorso de la mano. Ahora estoy listo para seguir, me incorporo lentamente pero ya no escucho los gritos.
Arriba en el aire las aves vuelan, miro en todas las direcciones y no logró verla más. ¿Cómo pudo escapar si estaba bien atada? Faltaba tan poco para el gran final, ahora debo buscarla…
Caminando por el bosque bajo la luz de la luna, miro abajo, a los lados y arriba al aire, no sé de donde pueda salir… Paso a paso con cuidado, llevo mi hacha en la mano, un golpe certero será mejor que cualquier otra cosa, después de todo si la hubiese golpeado desde el principio no tendría que estar ahora buscándola.
Un trecho corto de camino me lleva a un bosque más espeso, con árboles de pino que miden más de tres metros de altura y que entre sus copas dejan entrever la luz de la luna y una sombra negra que se desplaza rápidamente entre ellos; tomo mi hacha fuerte con ambas manos, respiro profundo y doy pasos lentos, intentando que mis pies apenas suenen al tocar la hojarasca que hay debajo de ellos, camino un tanto ladeado aguantando el hacha sobre mi hombro derecho, a la espera de conseguirla en el camino y lograr asestarle en la cabeza y explotarla como una calabaza podrida.
Respiro léntamente, tratando de ver las cosas como en camara lenta para que no me tome por sorpresa como la última vez, me salvé por poco, los demás no tuvieron la misma suerte.
Una endemoniada risa cruza el bosque, yo me agacho lo más que puedo para evitar que me vea, pero como siempre ella sabe bien en donde estoy, no hace falta que me vea, así como puedo oler su putrefacción ella puede oler mi sudor, que no puedo controlar…
La sombra se ve claramente, allá arriba en el aire cuando pasa sobre mí, pero no quiero levantarme hasta estar seguro que puedo golpearla, me arrastro despacio sobre el suelo húmedo del bosque sintiendo como las raíces se mueven debajo de mí, los insectos que allí viven se arrastran también pero hacia mí, comienzan a subir por mis manos una especie de ciempiés, ratones roen mis pantalones tratando de llegar a mi piel, los pateo con fuerza para que me dejen, pero mariposas nocturnas revolotean en mi rostro dejando una pelusilla que me dificulta la visión, no puedo hacer ningún sonido o ella sabrá donde estoy.
Levanto la mirada arriba al aire y me encuentro de frente su rostro amorfo y feo, con esos pequeños ojos negros, la gran nariz torcida y la boca llena de verrugas que babea sin parar, dejando caer sobre mí algunas gotas.
Acercándose a milímetros de mi cara me toma por las mejillas y me dice con su voz chillona —sé que te gusta mirar arriba, al aire, pero desde allá verás todo mejor…
—Arriba en el aire los sentimientos se sueltan, los miedos se van, las brujas volamos en silencio buscando almas como la tuya que nos alimenten. Ahora volaras para siempre conmigo…